domingo, 15 de diciembre de 2019

Paren los tractores: ni "retenciones" ni suba confiscatoria

Primero: no son retenciones. Son el pago del derecho a poder exportar. Retención supone un recorte sobre algo libre, que por efecto del accionar del Estado se ve diezmado. Esa palabra -como en 2008- sigue funcionando como mecanismo de victimización de los empresarios agropecuarios, que por estas horas han puesto el grito en el cielo, otra vez, por tener que colaborar a la hora de recomponer los ingresos de los sectores más vulnerables de la sociedad argentina.
En este marco, los empresarios agropecuarios (no el "Campo"; otra vez el juego de sentidos) no van a pagar -sensiblemente- más de lo que lo estaban haciendo. Volverán a niveles propios del año pasado. Esto hay que explicarlo en detalle, mientras los sectores más radicalizados de la derecha argentina sueñan con una revuelta campesina que aborte el flamante gobierno de Alberto Fernández.
No hay, efectivamente, un aumentazo en los porcentajes de exportación, todos quedan en los niveles de la ley vigente impuesta por Mauricio Macri hace algunos años. Lo que se eliminó fue el tope de los 4 pesos por dólar, que quedó absolutamente desactualizado por efecto de la devaluación macrista.
El gobierno de Cambiemos bajó las retenciones apenas asumió en 2015, mientras que el año pasado, en septiembre, estableció un monto porcentual (uno fijo y uno móvil) para cada tipo de producto, aclarando que en ningún caso un exportador pagaría más de 4 pesos por dólar.
La eliminación del pago del derecho a exportar, decidida cuando el dólar estaba a $13 (2015), significaba en ese momento que nadie pagara mas del 25% de su producción en retenciones. Ese máximo correspondía sólo a la soja (que pagaba 25%), porque el resto de los productos quedaban con retenciones 0.
Cuando Macri, apremiado por la crisis económica que habían provocado sus medidas y las del FMI (Fondo Monetario Internacional), reestablece las retenciones en 2018, quedaban en un 29% para la soja; un 11% para maíz, trigo, cebada y girasol y 8% para el resto de los productos. Sin embargo, con el tope de 4 pesos y el dólar a $40 (la cotización de septiembre de 2018), todos los productos pagaban más o menos lo mismo: entre un 8% y un 9%.
Es decir, las retenciones que estaban pensadas para ese dólar a $13 habían quedado desactualizadas y, ya con un dólar a $40, estaban distorsionando el mercado. Ni hablar con un dólar a $63. Todos, desde el pequeño productor hasta el sojero dueño de media provincia, pagarán lo mismo: un 6%.
El nuevo esquema decretado por el gobierno de Alberto Fernández establece valores de un 1% superiores a esos pero (y acá está lo importante) elimina el tope de 4 pesos por dólar. Por lo cual: las retenciones quedan con los valores dispuestos por la ley anterior pero sin tope: soja paga 30%; maíz, trigo, cebada y girasol pagan 12%; carnes, arroz, maní, leche y legumbres un 9%; y tanto los productos industriales como los de alguna economía regional (limones por ejemplo) pagan 5% con tope de 3 pesos por dólar.
Es decir, valores propios de septiembre de 2018.
Lo que hay que entender es que el único sector al que esta medida afecta en forma dura es a los sojeros exportadores, empresarios multimillonarios que se beneficiaron con cada devaluación, no sólo porque sacaban -con sus desmedidas ganancias- amplias diferencias con el resto de los argentinos, sino además porque pasaron de pagar 40% en 2015, a 25% en 2016, a 9% en 2018 y a 6% hasta la nueva medida de Alberto Fernández. Mientras ellos multiplicaban ganancias y aportaban cada vez menos, el resto de los argentinos pagaba cada vez más altas las tarifas, los alimentos y los remedios.
Esta medida aporta solamente un poquito de justicia, y le da al Estado un poco más de dólares para pagar esa deuda enorme que dejó el gobierno de Mauricio Macri en complicidad con el FMI. Por lo tanto, será muy difícil entender a una persona (que además no se dedique a la producción agropecuaria) que salga a defender a las patronales del sector y a los grandes pulpos exportadores.
Va asomando un nuevo país, y sería bueno que los sectores que durante cuatro años repitieron que había que hacer sacrificios (y con eso justificaban despidos, recortes a los jubilados y bajas salariales) ahora tomen ese ejemplo y se pongan manos a la obra. Ya no hay margen para juegos de sentidos. En estos cuatro año de macrismo -como en otras ocasiones- quedó muy en claro que no todos somos el "Campo".
Disparador
Más:
No es una modificación del esquema de retenciones, sino una actualización previa a la discusión sobre ellas

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