La Nación (Buenos Aires): "La Cámara de Diputados de la Nación aprobó con 176 votos a favor, 7 en contra y 4 abstenciones, la adopción del pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo como emblema nacional argentino. El proyecto fue girado al Senado para su sanción definitiva. A juzgar por los apoyos obtenidos en la Cámara baja, eso ocurrirá indefectiblemente. La iniciativa partió del Frente para la Victoria con la firma del diputado de La Cámpora Leonardo Grosso. La discusión se limitó a modificar la palabra "símbolo" por "emblema", como si ambas no fueran un sinónimo. De esta manera el pañuelo blanco pasaría a formar parte del conjunto que comprenden la Bandera, el Himno, el Escudo y la Escarapela. El texto aprobado ordena "incorporar el pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo al acervo de los emblemas nacionales argentinos, en similares condiciones de tratamiento, usos y honores".
La iniciativa conlleva un contenido desafiante, claramente ideológico y sectario. Pero sólo encontró rechazo en siete diputadas: Patricia Bullrich (Unión Pro), María Azucena Ehcosor (Frente Renovador), Laura Esper (Frente Renovador), Elisa Lagoria (Trabajo y Dignidad), Silvia Majdalani (Unión Pro), María Schwindt (Frente Renovador) y Mirta Tundis (Frente Renovador) -y la abstención de Néstor Pitrola (Frente de Izquierda)-. Sin duda fue una resistencia insuficiente y corrobora la presunción de que la oposición se paraliza ante cualquier acción oficial que sea presentada con la vestimenta de los derechos humanos.
(...) Más allá de las circunstancias históricas que enmarcaban las consecuencias de los enfrentamientos y de los métodos violentos e inaceptables de uno y otro lado, el dolor de las madres debía ser profundamente respetable. Esto vale para quienes perdieron sus hijos y familiares en ambos bandos.
(...) La creación de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo fue un proyecto con un claro fin de adoctrinamiento marxista-revolucionario. Las ayudas oficiales no fueron suficientes para evitar que llegara a una situación de quiebra debido a su desmanejo. La lamentable solución oficial fue la expropiación, para de esa forma salvar las responsabilidades de semejante descalabro.
Los pañuelos blancos acompañaron las convocatorias y los eventos kirchneristas. Gran parte de la ciudadanía no sólo les ha perdido respeto y simpatía, sino que los relaciona con los rasgos totalitarios y corruptos de este gobierno. De ninguna manera resulta aceptable que el pañuelo de las Madres pase a constituir un emblema oficial de la Nación. Sólo producirá más enfrentamiento y división en un país que reclama paz y reconciliación".
Puntal (Río Cuarto): "Más allá de la indudable relevancia de los valores que se pretende jerarquizar, da la impresión de que la medida se inspira en una imagen pública que la organización conducida por Hebe de Bonafini supo ganarse en su origen, pero hace tiempo ha sido ensuciada y virtualmente arrasada por sus propias inconductas.
(...) Aun cuando la bandera de los derechos humanos es de todos los argentinos —o debería serlo si se aspira a vivir en una sociedad democrática—, el pañuelo representa sólo a una facción, que además ha subordinado los derechos humanos a determinados intereses políticos. Pero por si la partidización no la hubiera deslegitimado lo suficiente, la corrupción ha completado con igual o mayor eficacia la demolición de su antiguo prestigio.
(...) Es cierto que existen otras Madres de Plaza de Mayo, las de la denominada Línea Fundadora, que no están involucradas con los despropósitos del sector conducido por Bonafini, pero al ser este el que se ha apropiado del capital simbólico de la organización, el pañuelo ha perdido su potencia como emblema de lucha por un objetivo noble, para evocar en cambio un cóctel de oportunismo político y negocios oscuros. Y el hecho de que buena parte del pueblo lo perciba de esa manera lo transforma en un elemento que lejos de convocar a la unidad promueve las divisiones entre los argentinos".
La Prensa Popular (Buenos Aires): "El pañuelo pasará a ser parte de la simbología patria, colocado a la altura del himno nacional y la mismísima escarapela argentina. Una victoria cultural más, en suma, del marxismo gramsciano.
(...) Kirchner ofrecía una “política de derechos humanos” que brindara revancha contra los militares que derrotaron a las organizaciones terroristas en los ’70, a cambio de un apoyo incondicional de las Madres que compartirían con el kirchnerismo el banderín derechohumanista.
Que el disparador de la alianza de las Madres de Plaza de Mayo con el kirchnerismo lo haya dado un dictador sanguinario como Fidel Castro (a instancias de otro dictador como Hugo Chávez), quien tiene en su haber decenas de miles de muertos, torturados y exiliados, no deja de ser una perversa ironía que habla a las claras sobre la verdadera conformación moral e ideológica de aquellos lobos que visten de corderos.
(...) El pañuelo blanco de las Madres hace rato que ha dejado de representar una causa humanitaria. De hecho, ha pasado más tiempo representando a lacras homicidas como ETA, FARC, M-19, EZLN, Montoneros, ERP y Castro, que una lucha de madres por sus hijos.
El pañuelo es el símbolo del extremismo marxista encubierto en el simpático banderín de los derechos humanos. Ni más ni menos. Entonces, es dable preguntarse nuevamente: ¿Puede este pañuelo integrar los símbolos patrios?".
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