Necesito tomarme unos minutos para contar una anécdota pequeña, insignificante y personal sobre El Perro que conocí, el día que lo conocí.
En el año 2011, poco después de la muerte de Néstor Kirchner, Verbitsky vino a Córdoba capital a presentar la cuarta parte de su fenomenal investigación sobre la Historia Política de Iglesia Católica Argentina. La presentación, a cargo de Carolina Scotto, se hizo en la librería Galileo (de Oreste Gaido) ubicada sobre la calle Gauss. Yo fui como una especie de fanático a ver a mi ídolo y tenía un objetivo: tratar de hablar con él a como diera lugar.
Cuando llegué me di cuenta de que mi deseo era un imposible. Lo estuve esperando en un asiento con dos amigos que iban a tratar de presentármelo y cuando lo vi llegar me llamó la atención que todos lo miraban con el mismo respeto con el que lo miraba yo. Había jueces y fiscales que lo miraban con la boca abierta, políticos que se acercaban a tocarlo como si fuera una especie de “Papa Laico” del periodismo que podría darles una “bendición”. Estaba –entre muchos otros con cara de embelezados- Carlos Yornet (director de La Voz y por entonces a punto de ser elegido presidente de ADEPA). Entre medio aparecí yo y le dije que era periodista, que lo admiraba, que estaba conmovido por la muerte de Kirchner, que tenía algo que contarle sobre un hecho específico que sabía que le iba a interesar. También le dije -¡qué desubicado!- que necesitaba hablar de periodismo con él.
Fue casi mágico. En medio de todo el lío, El Perro se paró y le gritó a Gaido:
- ¿Hay tiempo? ¿Podrán esperar unos minutos?
- La sala está llena –le contestaron- y Carolina te está esperando.
- Bueno. Lo hacemos rápido. Dame diez minutos y conseguí un lugar para hablar con…
- … Dante –le recordé.
- Con Dante –dijo y continuó- llevanos a un lugar tranquilo que acá hay mucha gente.
Sencillamente no lo podía creer. Todos querían su segundo a solas con El Perro Verbistky y, de repente, El Perro estaba pidiendo lugar para darme diez minutos a mí. Nos paramos y Gaido nos llevó a una habitación llena de libros donde más tarde se serviría una especie de brindis.
Me llamó la atención la confianza que había entre ellos y cómo se chicaneaban en una disputa que pasó por Mestre (padre), tocó a Ceferino Reato (El Perro ni lo nombró, fue Gaido quien se refirió a él) y terminó cuando, después de que Gaido intentó defender un espacio donde junto al nombre de varios escritores estaba el del "Tata" Yofre, El Perro lo chicaneó: “No me digás que ahora para vos son escritores tipos que reescriben cables de inteligencia”.
Bueno. La cuestión es que en esos diez minutos le conté sobre dos hechos que él debía conocer y me llamó la atención que mientras yo hablaba él asentía como si tomara notas en algún lugar de su cerebro que luego iba a pasar al papel y a archivar para cuando le fueran útiles. Además le hablé sobre un par de dudas en relación a la profesión. Finalmente me dijo algo que no recuerdo, pero que me hizo sentir que no estaba sólo a la hora de hacer periodismo. Que tenía a mi lado a un referente político al que acudir.
Después fuimos a la sala y Carolina hizo una presentación brillante.
La cuestión es la siguiente: cuando terminó la presentación había unos elegidos que iban al ágape y El Perro se acercó a mí, me tomó del brazo y me hizo entrar con él. Más tarde, mientras firmaba ejemplares, me vio a mí ojeando el libro (obvio que no tenía plata para comprarlo) y me llamó:
- Dante, vení.
Yo me acerqué y me preguntó en voz baja: “¿No me vas a pedir firmar un ejemplar?”. Le iba a explicar que estaba sin un mango, pero no me dejó porque levantó la cabeza y llamó a Gaido.
- José. ¿Tenés más de estos? Traeme
Y cuando le trajeron el libro me lo dedicó y me dijo:
- Te lo invito yo.
No sé si esto es relevante, pero habla de la generosidad del Gran Verbitsky.
Después de leer la crónica del otro día sobre Milagro Sala, me quedé pensando en eso. En cómo nos golpean ciertas cosas y en cuán importante es poder pertenecer al grupo de personas que son sensibles ante las realidades de los otros y ante las injusticias del poder. También pensé en otras dos cosas:
1 – A El Perro hay que cuidarlo y tratarlo como el prócer que es, independientemente de que las superestructuras del establishment periodístico quieran hacernos creer que es sólo uno más.
2 – Que sus enemigos no se relajen porque El Perro es sensible, pero cuando se pone así es porque está a punto de morder.
¡Muerda, Perro, muerda!
Tus compañeros vamos a morder con vos".
Por Dante Leguizamón
2 comentarios:
¡Qué linda nota! Me alegró el día. Y, por supuesto, impactante la nota del "perro" del domingo, después de leerla daba para un gruñido amenazante. Alicia
:)
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