Cuando los excelentes resultados obtenidos por Cambiemos en 2015 y 2017 y la relación colaboracionista que le dispensa Schiaretti a Macri -a tal punto de darle los votos para, por ejemplo, aprobar el ajuste contra los jubilados- hacían presuponer que dicho reinado peronista podía concluir el año que viene, uno de los referentes de la Liga de Gobernadores desenvainó una reforma electoral a su medida y promete regar de obra púbica el territorio provincial con tal de lograr su reelección.
Con el único apoyo del kirchnerismo local (que dese hace tiempo viendo siendo absorbida por el schiarettismo), Unión por Córdoba (la versión cordobesista del PJ) impuso su amplia mayoría en la Legislatura para permitir las dobles candidaturas. Es decir, un candidato podrá presentarse a un cargo ejecutivo y a la vez a otro legislativo.
También se aprobó más financiamiento para las campañas y la derogación del límite que tenía el gobernador para confirmar la fecha de los comicios hasta el 1° de marzo. Esta última fue la más cuestionada por la oposición (Cambiemos y la izquierda), a tal punto que los radicales y macristas no bajaron al recinto de la Unicameral.
El respaldo a la jugada oficialista le salió caro al kirchnerismo: Liliana Montero, una de sus principales espadas anunció que abandonaba la bancada y que formará un bloque unipersonal. Así, el bloque K queda con 4 integrantes, cuando tenía el doble: 8.
"El resto de mis compañeros decidieron acompañar a Unión por Córdoba; es una decisión que tiene que ver con cuestiones electorales que exceden a este bloque por lo tanto también a mí, pero ponen de manifiesto que están dispuestos a acompañar leyes electorales, que a mi criterio, avasallan y pisotean la institucionalidad de la provincia de Córdoba. Ese es para mí un límite insalvable: no voy a avalar a Unión Por Córdoba en este nuevo intento de someter a los cordobeses a sus intereses", se quejó la ex juecista.
Por otra parte, se eleva el fondo para campañas del 1,3% al 3,5% del salario mínimo, vital y móvil por elector habilitado a votar. Ese fondo estatal quedará en unos 100 millones de pesos. El 30% se reparte de manera igualitaria entre todos los partidos y el 70%, de manera proporcional de acuerdo a los votos de la última elección. Entre Unión por Córdoba (UpC) y Cambiemos se van a llevar 70 millones de esos 100.
También se eleva, en este caso del 2% al 7%, la cuota de aportes de los privados. Conforman otros 200 millones de pesos. Y se flexibiliza el acceso de los partidos a los fondos: se reduce del 3% al 1% la cantidad de votos necesarios para obtener la plata.
Mientras tanto, los radicales no sólo tienen motivos de enojo por las avivadas peronistas, sino también por los desaires del presidente Mauricio Macri, que en los últimos días se mostró sonriente junto a Schiaretti y el presidente español Mariano Rajoy, de visita por el país.
El ibérico le aportará a Schiaretti más de 200 millones de euros para que desarrolle su ambicioso plan de obra pública con el cual reactivar la alicaída actividad económica provincial, que para colmo muestra preocupantes números de pobreza, indigencia, trabajo informal y caída del consumo. Y a Odebrecht como una de las empresas encargadas de una de las mayores obras: los gasoductos troncales. Schiaretti jura a los cuatro vientos que, en Córdoba, Odebrecht jamás ha pagado coima como sí lo ha hecho en casi toda Sudamérica.
En Córdoba, quieren encabezar la fórmula de Cambiemos y la competencia ya está desatada, entre el eterno candidato, el intendente capitalino Ramón Mestre Jr, y el presidente del interbloque en Diputados, Mario Negri.
Los macristas, por su lado, tienen la figura de Héctor "La Coneja" Baldassi, el candidato que le ganó a UpC por amplia ventaja el año pasado, y por lo bajo prometen también sus avivadas: por ejemplo, financiar con fondos nacionales expresiones supuestamente peronistas para dividir el voto oficialista, algo que parece ser también el corazón de la decisión de intervenir el PJ nacional para entregárselo a un candidato presidencial amigable y así dividir el voto, en ese caso, opositor.
Del campo nacional se ocupará De la Sota, al que no le faltan ganas de enarbolar un nuevo sueño presidencial, como en 2003 y en 2015, siempre trunco por los bajos números del ahora empresario de la moda. Cuenta con el favor del interventor Luis Barrionuevo, siempre cercano al delasotismo, especialmente de la época de UNA, aquella quimera electoral que compartieron con Sergio Massa.
Pero, un fallo de la Cámara Electoral que dé marcha atrás con la decisión de la jueza María Romilda Servini de Cubría -que expertos judiciales dan como seguro- podría interrumpir la intención de De la Sota de hacerse del PJ Nacional, limpiarlo de kirchneristas y utilizarlo como trampolín para un renovado intento por llegar al sillón de Rivadavia, aunque eso facilite el triunfo en primera vuelta de Macri, el amigo de su socio político de décadas.
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