El contraste entre los colores llama la atención. Romina lo sabía antes de ser despedida del Colegio Santa Teresa de Jesús en el centro de la ciudad de Córdoba, y lo sabe ahora. Lo que Romina no sabía era que, aun siendo profesora titular de Formación para la Vida y el Trabajo en los sextos años de la escuela, podían echarla bajo el eufemismo de una “reestructuración de personal” que incluyó sólo su despido.
"Hola Romina, ¿cómo estás? Soy la madre Gladys, tengo que informarte que hemos decidido desvincularte de la institución debido a una reestructuración de personal. Necesitamos confirmar tu domicilio porque te va a llegar una notificación formal con esta decisión".
La llamada de la rectora del colegio católico de las Carmelitas Descalzas duro apenas un par de minutos. Eran las 12 del jueves 5 de julio. Al otro día no había clases en la escuela por el aniversario de la fundación de la ciudad, y después empezaban las vacaciones de julio.
“Apenas corté el teléfono me llegó la notificación que repetía lo mismo que me había dicho la madre superiora. Fue muy injusto porque ni siquiera pude despedirme de mis alumnas. No las pude ver, ni explicarles nada. Muchas me escribieron por Facebook, por WhatsApp, me mandaron mails y me llamaron. Alumnas y ex alumnas. Después del 13 de junio, cuando Diputados dio media sanción al proyecto de ley por la legalización del aborto, ellas empezaron a advertirme. Me dijeron que habían escuchado o notado que en la dirección de la escuela no caía bien mi apoyo al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Ni siquiera es que habláramos de eso en clase, pero el hecho de que tuviera el pañuelo, molestaba”, cuenta.
En febrero de 2016, entró al Santa Teresa como profesora suplente y en 2017 quedó como titular de una materia de carácter obligatorio. Nunca tuvo ningún llamado de atención. Pero a fin de año, una de sus alumnas empezó a ser perseguida y humillada por docentes y no docentes, por elegir y manifestar libremente la elección de su identidad de género.
“La escuela convocó a una reunión de todo el cuerpo docente donde estuvo la asociación civil del Portal de Belén. En ese encuentro se habló de la homosexualidad desde una mirada patologizadora, como si fuera una enfermedad, y se organizaron distintas actividades obligatorias difundiendo esa visión. También había representantes del Arzobispado de Córdoba. Yo dije que creía que ese enfoque era erróneo y destaqué la lucha de la alumna y de las compañeras que la apoyaban. Dije que me parecía valorable que en una escuela confesional manifestaran sus ideas y creencias. La alumna fue caracterizada como violenta y agresiva por muchas autoridades de la institución por su identidad de género. También fueron obligadas a quitar los pañuelos verdes de sus mochilas y a escuchar argumentos pro-vida. Por eso creo con firmeza que debo ser reincorporada porque las causas que aducen no son las reales. Debemos llevar adelante una campaña contra quienes cometen actos persecutorios y discriminatorios. Necesitamos que se cumpla la ley de educación sexual en las escuelas. Para mí usar el pañuelo verde es mi forma cotidiana de luchar por nuestros derechos”, explica Romina".
Fuente
Río Cuarto: las echaron de un bar por usar el pañuelo verde
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