viernes, 19 de enero de 2018

Cuando Eduardo Amadeo aseguraba que Elisa Carrió fue "colaboracionista" de la Dictadura

Comparten actualmente el interbloque Cambiemos: Eduardo Amadeo, desde el peronismo macrista (si se permite la conjugación); Elisa Carrió, desde la Coalición Cívica post UCR. Ambos son filosas espadas mediáticas a la hora de defender al gobierno de Mauricio Macri.
Pero durante el kirchnerismo no compartían el mismo espacio, y hasta se criticaban fuertemente a través de los medios de comunicación.
En una columna de opinión en el portal La Política Online del 2010, Amadeo la emprendió contra Carrió en el marco de las múltiples disputas que se daban dentro del arco opositor, un año antes de que fuera derrotado ampliamente por Cristina Fernández de Kirchner con el 54% de los votos.
En dicho artículo, el actual diputado oficialista recordó el pasado de la chaqueña durante la Dictadura cívico-militar: "La vida personal de Elisa Carrió, en especial en lo referido a sus relaciones familiares, tiene episodios oscuros que alcanzan para generarle mucha culpa; pero - para no caer en su misma metodología- preferimos no comentarlos.
Pero su vida pública es pública; y sus datos pueden ser encontrados fácilmente en Google; y cualquier análisis superficial muestra buenas razones para que la culpa lleve a Elisa Carrió a intentar limpiar su conciencia colocando en los demás sus propios defectos.
Quien hoy se exhibe como fiscal de la moralidad; quien afirma su heroísmo cotidiano como una virtud, tuvo una oportunidad para ser coherente aún con los valores y el mandato de una distinguida familia argentina – como son los Carrió- y los dejó de lado.
En efecto, Elisa Carrió fue Fiscal de Estado del Chaco, desde el 78 al 80 (nombrada por Videla) y luego Secretaria del Tribunal Superior, desde el 80 al 83 (nombrada en ese cargo por Viola con nivel de Juez de Cámara). Obviamente, ello no la hace responsable de los crímenes de la dictadura, salvo que se tome en cuenta que una de las peores masacres de ese tiempo, la de Margarita Belén, en el que se asesinaron 22 militantes políticos, estaba en trámite en su jurisdicción, y Elisa Carrió guardó un silencio cómplice que seguramente facilitó la impunidad de sus autores. Consultada en su momento, la respuesta de Carrió fue que “necesitaba de la obra social”; respuesta inverosímil ante una situación económica familiar no precisamente indigente.
Carrió fue en ese momento -cuando muchos de quienes ella agrede cotidianamente se jugaban la vida- una colaboracionista; de aquellas que eran rapadas al final de la II Guerra Mundial por su apoyo a los nazis".
No conforme con el calibre del ataque, Amadeo finalizaba: "Carrió busca inconscientemente que alguien , de su adentro y de su afuera, la mire y la perdone. Tal vez sea por eso -o por miedo a que llegue quien ha de castigarla- que en las entrevistas televisivas mira compulsivamente hacia atrás, en una costumbre de raíz inconsciente que no han conseguido sacarle sus asesores. Agredir y difamar a otros es para este tipo de patologías una manera perversa pero inútil de resolver el dolor interior, y evitar el castigo al que tanto teme".
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