domingo, 11 de diciembre de 2016

Para Clarín, Máximo K no juega más a la Play

Dos de los principales editorialistas del diario Clarín -en otra época, Los Generales de Magnetto, como los dio en llamar la revista Noticias, en plena época de periodismo de guerra contra el kirchnerismo- comenzaron a elogiar a Máximo Kirchner, luego de formar parte de un entramado de maniobras que lo presentaban al hijo de dos presidentes argentinos como un vago que sólo se dedicaba a jugar a la Play en su casa.
El primero en sorprender fue Julio Blanck, que en su columna del jueves escribió, en el marco del shock del oficialismo por la media sanción del proyecto opositor sobre reducción del Impuesto a las Ganancias: "La historia que cuentan es que Sergio Massa le avisó al Gobierno que estaba dispuesto a negociar y no recibió respuesta. Que temía ver a su bloque fracturarse por la jugada que estaba a punto de hacer. Pero las cosas sucedieron como sucedieron. Es un hecho: los líderes de la coalición opositora que el miércoles votó en Diputados los cambios en el impuesto a las Ganancias, que aumentan todavía más el insoportable déficit fiscal, fueron, son o seguirán siendo kirchneristas.
El más notorio es Massa, que estuvo diez años bajo ese tinglado y llegó a ser jefe de Gabinete de Cristina, antes de saltar a la oposición y ocasionarle al kirchnerismo la derrota imprescindible y premonitoria de 2013. Lo sigue Diego Bossio, que se quedó en el comando de la ANSeS hasta el último día de la “década ganada”, aunque este año, ya fuera del poder, rompió el bloque K en el Congreso. El terceto lo completa Máximo Kirchner, el jefe de La Cámpora que se ha revelado últimamente como un político más hábil de lo que la creencia generalizada suponía, y de lo que la propia dirigencia política difundía".
Hoy, Eduardo van der Kooy titula su columna de opinión "La sigilosa mano de Máximo", y en ella destaca del fundador de La Cámpora: "Hace pocos días muchos se extrañaron cuando el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, ensalzó el trabajo de varios peronistas. También de los kichneristas Máximo Kirchner y Kicillof. El hijo de Cristina estaba bien atento: de su iniciativa y su teléfono nació el acercamiento con Massa. Habló con uno de los diputados del Frente Renovador. La trama posterior fue urdida por Kicillof y Marco Lavagna. Desde el propio macrismo reconocieron una cuestión: el economista, hijo de Roberto Lavagna, pareció el único dispuesto a eludir la improvisación. Claro, estaba casi en soledad. Aquel nexo generó algún estremecimiento entre los renovadores y espanto en partidos aliados que votaron en contra del Gobierno. El GEN se sumó pero Margarita Stolbizer no asistió a la sesión. Es un constante desafío que mantiene angustiada a la diputada. Nunca termina de descubrir los límites de Massa en su objetivo de caminar hacia la victoria".
¿Qué esconderán estos "elogios" de dos de las principales plumas clarinistas? ¿Sólo sorpresa por el fin caótico legislativo de su alianza Cambiemos? ¿Síntomas de un kirchnerismo que al final no estaba muerto o simple quietud previa a una nueva tormenta?
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