domingo, 25 de septiembre de 2016

¿Y si quieren que sepamos que lo del colectivo 520 fue armado?

Por Carlos Balmaceda
Escritor y docente

1) Ellos son conscientes de que están haciendo una puesta en escena. Se dejan llevar por el brujo de la tribu, como cuando Sturzenegger comentaba jocoso que Durán Barba le aconsejaba no hablar de economía, sino de sus hijos. Se notaba entonces que al tipo le parecía medio insólito, pero como quien prueba las flores de Bach porque, después de todo, qué te puede pasar, el tipo lo hacía.
2) El modo en que las élites consumen y transmiten la técnica con la que se apoderan del planeta es alienante, es decir, hace que el que la ejecute no sea del todo consciente de que lo que hará destruirá vidas y patrias. Prebisch estaba convencido de que aquello que había aprendido en los ´30 era lógico, normal y hasta sano, y que, bien aplicado, obraría en 1955 en bien de los argentinos. Cuando Jauretche lo confrontó y hasta lo conminó a debatir sobre su plan, Prebisch lo evitó, y solo diez años después, cuando ya había cambiado su óptica, le escribió en la dedicatoria de un libro "para mi adversario nunca correspondido". Era tal la "ingenuidad" de Prebisch, que cuando Jauretche le dijo -viendo el modo en que modificaba su perspectiva económica- "olvídese de los elogios en La Prensa y La Nación, el economista le comentó sorprendido "fue tal cual como usted lo anticipó. ¿Cómo lo sabía?".
3) Pero Prebisch es el caso del economista que se "desazonza", que vira por completo su visión liberal. Similar a Graziano, el autor de "Hitler ganó la guerra". Aquí es distinto. Aquí no solo tenemos el transcurso de la historia (es decir, ya pasaron los Prebisch, los Graziano, ya se probó que el neoliberalismo no solo no puede ser eje de nuestras vidas, como sí lo es en Chile o en Gran Bretaña, con todos los males que ocasiona) sino que además ellos han sido protagonistas de esos fracasos (Prat Gay, Sturzenegger, Bullrich, etc.).
Entonces, la alienación manotea aliados tácticos: el cinismo, la hipocresía, la negación, la liviandad. No es gratis. Cuando Prat Gay dice "grasa de la militancia", "ya está el trabajo sucio", no solo se está expresando el niño que se crió con monopolistas y represores y que estudió en Oxford o en algún lugar así, habla el cínico que refuerza por vía de la provocación y la ofensa la táctica beligerante dirigida a un sector de la sociedad: nosotros.
Y así como se dice que el modelo no cierra sin represión, este mensaje no cierra sin censura, que no es solo no dejar hablar a la sociedad que se opone, es no dejar que estas provocaciones, que esta brutalidad, pasen como tales, que se naturalicen.
Que Ghioldi haya dicho en medio de fusilamientos sin ley ni piedad humanas "se acabó la leche de la clemencia" y que nadie lo registre aún -salvo el peronismo y aliados- como una frase equiparable a "no mezquine sangre de gauchos" es producto de este mecanismo presente en la historia argentina.
4) Volviendo al 520. La identificación de algunos argentinos con sus explotadores tiene que ser absoluta: quiero casarme como Urtubey, quiero andar en bicicleta por Central Park como Macri, quiero besarme como Awada con su marido en la ONU.
Para muchos de ellos, ya no es la cuestión central que esto sea un armado, lo es, pero no importa. Lo simbólico termina siendo el pan que como y que me sostiene. En un mundo donde lo que se produce es aire, imagen, logo, selfie, esa foto que me perpetúa en un instante de felicidad que se pretende eterno, cómo no va a ser fácil aceptar que la mentira puede ser un placebo imprescindible.
A muchos argentinos, no digo a todos, y no digo que sea fatalidad histórica que los condena ni estado permanente de alienación, les han dado a elegir entre las dos pastillas de Matrix, y eligieron la de la mentira.
No es que de pronto se volvieron idiotas, no es que de pronto aceptaron la derrota, es un trabajo que lleva décadas, y no solo de poder dictatorial, sino de un persistente goteo mediático. 
El presidente viaja en colectivo como yo, por lo tanto se parece a mí, y yo me parezco a él. El presidente me dice "Cotorra" por lo tanto tiene una familiaridad conmigo que me halaga y lo hace ver confiable, dispuesto, en absoluto soberbio.
La alienación puede no dejar resquicios, pero en el fondo se sabe que eso es una mentira, y que el único agujero por el que se puede filtrar esa verdad insoportable es ese otro que milita, que critica, que arma frases de más de dos renglones. Las reacciones histéricas, la necesidad de estigmatizar, la explosión que se termina en lugares comunes de agresión es eso: la necesidad de tapar con Poxiran ese agujerito por el que todo se vuelve insoportable.
¿No les pasó acaso desde siempre en la mesa familiar? ¿No eran algunos de ustedes los que siempre decían lo que no se quería escuchar? ¿No fueron críticos cuando Alfonsín dijo "Felices pascuas" y el resto miraba bobamente esperanzado? ¿No advirtieron que lo que pasaría en los `90 sería un desastre y el resto los miró como diciendo "otra vez este aguafiestas"?
Lo novedoso aquí es que hay una parte de la sociedad, los locos, los raros, los nosotros, que por persistencia, formación política y comprobación de que era posible a través de una experiencia histórica concreta modificar el rumbo de las cosas, se ha vuelto mucho más sólida, mucho más madura, mucho menos "zurda", entendido esto como ese reducto conveniente al que destinan al loco, ese lugar molesto en la mesa pero inofensivo, que repite exactamente el rol que la izquierda cumple en la sociedad.
5) Para terminar, las fotos son una mentira, la gente sabe que es una mentira, es más, si se interroga a cada uno de los que las "creen", les dirán que son un juego. Después de todo, los pokemones no son reales, y el gobierno dispuso hasta de jornadas de capacitación para cazarlos.
Deberíamos estar cada vez más atentos a esto, y evitar la indignación ante lo obvio. No se equivocan, no arman mal la escena, no disponen burdamente de extras porque son torpes.
Nos invitan a ser it girls, a formarnos como tales, porque la ilusión infeliz ha sido plantada mucho antes por el sistema en muchas cabecitas. Porque el hombre o la mujer de a pie saben que no hay modo de destacarse en la vida que no sea el del batacazo mediático, el pleno en la ruleta de las redes, y si no se consigue, al menos ser fan de ese millonario en visitas de Youtube. Si no me puedo volver presidente, millonario, famoso, al menos salir en la foto con él, que me diga "Cotorra", que me humanice nombrándome como un animal.
Vean todas las publicidades del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; en todas lo que hay es gente común, gente con nombre, feliz de estar allí, de ser protagonistas. Que vivan en un mundo y en una ciudad donde se borra toda identidad para ser anónimos que puedan ser baleados, despedidos, torturados o hundidos en el Mediterráneo, no importa. Siempre estará el gobierno de la Ciudad haciendo su reparación simbólica, devolviéndonos la humanidad a través de algo que, por ficcional, por engañoso, no tiene nada de humano.
Hay que entrenarse en esto, hay que dejar de lado el lamento, la queja, el reproche, hay que empezar a aceptar que vivimos en este mundo regidos por este poder para no resignarse, sino para formarse y salir a combatir todos los días. Primero en defensa propia, porque es alienante y enfermizo. Y luego, para reclutar a todos aquellos que quieran tomar la otra pastilla de Matrix.
Más:
La "espontaneidad" macrista

5 comentarios:

alicia lopez pugliese dijo...

Muy interesante esta perspectiva. Da una vuelta por el otro lado del marketing, otro lado posible: montan la escena y muestran que la montan, el metadiscurso sería la invitación a participar, aunque sea de extra en la obra de otro, y así "pertenecer" de alguna lejana manera a su grupo. Reflexionar sobre eso permite no quedarse pegado a esa farsa en modo indignación depresiva, sino en modo alerta. Como en la plaza aquella vez, las "felices pascuas" me alertaron sobre lo que venía. Y eso es, como mínimo, una posición más interesante para la vida.
Hoy leí una nota de Horacio González en página 12 sobre la entrevista o más bien el debate "Castro-Kici" y también tiene una mirada que rompe el esquema con que podría pensarse si solo se la escucha desde una indignación por cierto atropello. Kici desmonta la escena del periodismo solo crítico, si entendí bien lo que dice la nota. A mi manera de ver, tiene un punto en común con esta intervención de Balmaceda. Multiplican, ambos, la mirada, y eso te aleja del enojo pasivo, tan enfermante. Saludos.

Marcelo, el gaucho dijo...

Tu hipótesis es similar a la de mi hermano sobre las películas yanquis. Opina que durante décadas nos mostraron cómo un yanqui puede matar impunemente a cualquiera en cualquier país para que nos acostumbráramos a la idea. Y, efectivamente, desde hace unos años hacen exactamente eso: matan a quien les moleste, en cualquier lugar del mundo, sin justificarse ante nadie, con la única razón de que ellos piensan que son malos.

Análogamente, Macri estaría acostumbrándonos gradualmente a los demás a que él va a mentir cuando le venga en gana sin consecuencia alguna. Pronto, cuando nos mienta directamente en la cara, nos limitaremos a putearlo y no tendremos siquiera el reflejo de pelear. Sí, es una posibilidad.

Igual yo sigo prefiriendo mi opinión inicial: son tan mentirosos y tan pelotudos que se mandan mentiras truchas como esta y quedan expuestos en un par de horas. Y que lo único que por ahora los protege es el odio y la tozudez "no me puedo haber equivocado tanto" de los que lo votaron.

Guillermo Ricca dijo...

Muy bueno Sergio, comparto la perspectiva. El neoliberalismo necesita idiotas, no sujetos. Exhibir el montaje y que la sociedad lo consuma, pone a toda la sociedad argentina en ese lugar, nos pone a todos en ese lugar. El lugar de no-sujetos de la historia. Una sola cosa, para pensar. Quizás ya no se trate de alienación sino de un mecanismo más perverso y sofisticado que hace que aquello que Marx denunciaba como una inversión fetichista hoy tenga cualidades de este tipo: las cosas creen en lugar de las personas; ya no hace falta que nadie crea en nada, total el aparato de radio con Mario Pereyra, la tele en TN, el marketing viralizado en La Nación y Clarín, etc, creen por nosotros. Un abrazo

Sergio Villone dijo...

Gracias por los valiosos aportes de todos!!!

Anónimo dijo...

Así, aunque no podamos pertenecer, nos queda la esperanza de que alguna vez podamos formar parte.
Pero, según la versión de Dolina, esa esperanza es la "esperanza engañosa" la esperanza de lo que nunca jamás sucederá, la que nos hace abandonar la lucha y que demuele nuestra resistencia.
La esperanza engañosa, el más terrible mal que escapó de la caja de Pandora.

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