miércoles, 22 de junio de 2016

Autopsia del kirchnerismo

"El grotesco de la situación de López, con su estética trash del derroche, propia de Scorsese (potlatch para todos y todas), supone una ola de indignación interna. Se trata de un perfil reconocible, un estereotipo del devenir político histórico: el militante desencantado. Esta figura responde a una construcción casi dramática: el que antes militaba la calle e intentaba convencer a los tibios o distraídos, luego del desencanto ("la torta siempre se la llevan los mismos"), des-milita, es decir, intenta convencer a los nuevos convencidos de que no vale la pena involucrarse ya que en realidad "son todos lo mismo".
En ese sentido estamos asistiendo a un nuevo triunfo de la derecha histórica del país que -ante el fin de cada proyecto político que se le opone- enarbola, de manera hábil y paternalista, la figura del militante ingenuo (por joven, por ignorante, ¡por boludo!), engañado por sus propios líderes. La idea sería atendible si no fuera porque, además de denunciar la traición (la necesaria traición), lo que en verdad viene a decir es que ningún proyecto que se aleje de las normas económicas, culturales y sociales de los grupos concentrados de poder puede tener éxito (algo que tal vez sea cierto pero no por eso menos trágico).
Toda la teoría económica reconoce que existe un efecto emulación del consumo de la clase inmediata superior. El gran economista Thorstein Veblen en 1899 publicó el ensayo "La Teoría de la Clase ociosa", en el que explica, tras estudiar detenidamente los hábitos de consumo de la sociedad, que lo que él denomina la "clase ociosa" influye enormemente en los hábitos de consumo de "toda" la sociedad, lo que le permite desarrollar la teoría de la "emulación", que básicamente afirma que las clases sociales tienden a imitar el consumo de la clase inmediata superior. En la época de Veblen, el mundo era más pequeño porque el radio de vinculación social era limitado, mientras que por el contrario, en nuestra época, el mundo se ha ampliado a escala global, porque debido a los medios de comunicación audiovisual los pobres de cualquier rincón del mundo pueden aspirar a emular la conducta de los más ricos del mundo, no de los del barrio, pueblo o ciudad. Las posibilidades de emulación no tienen precedentes en la historia.
Ahora bien, una vez que aceptamos que existe una emulación de los hábitos de consumo, el paso siguiente e inevitable es aceptar que esta emulación se extienda al plano de preferencias políticas. Es natural que así suceda, de hecho, cuando no es así, cuando el hábito de consumo no está correlacionado con una preferencia ideológica, en cierto modo genera un rechazo social que estimula la conducta "correspondiente" entre status e ideología. En efecto, vestirse de Luis XVI y defender la revolución francesa es tan chocante como vestirse de pobre y defender la servidumbre. En definitiva, es coherente que la emulación del consumo y la ideología avancen por la misma vía, explicando la tendencia hacia el conservadurismo de las ideas políticas de las clases medias.
Es también el momento en que el campo popular asuma la necesidad de incorporar a su agenda política el problema de la corrupción sistémica, problema que el kirchnerismo y el peronismo siempre tendieron a desdeñar. Pero la vuelta al poder de un proyecto popular, su reinvención, depende de que la corrupción sea asumida como una amenaza para los proyectos populares, como lo demuestra la experiencia reciente en toda la región latinoamericana".
Texto compuesto a partir de Fuente Fuente Fuente

3 comentarios:

Carlos dijo...

Muy buen análisis, pero demasiado largo, lo pongo en términos sencillos: sigan chupando, ya se les va a pasar... pronto encontrarán nuevos liderazgos que los colmarán de felicidad militante.

MC dijo...

Que bueno esto de la democracia (burguesa)y el respeto por el que piensa diferente (pero no demasiado). Uno se deleita leyendo el discurso banal del pelotudismo liberalotide e imperial que reciclan desde el siglo XVIII para justificar sus privilegios.

MC dijo...

Ah y me olvidaba Sergio, conocí Intendente Alvear en el 64. Allí vivía mi tia abuela Lucía Valverde y otros familiares. Saludos.

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