martes, 15 de septiembre de 2015

Contexto y claves de otra decepción K en Córdoba

Cuando las cosas se vuelven inapelables los peronistas trillan una vieja frase del General: “La única verdad es la realidad”. Los resultados electorales en Córdoba capital dejan escaso margen para las explicaciones ideologizadas o demasiado politológicas.
Ramón Mestre Jr. continuará siendo el intendente de la capital con un moderado pero efectivo 32.25%. La anquilosada estructura electoral de Córdoba hace que lo poco sea suficiente, más con una oposición altamente fragmentada. Ramoncito perdió algunos puntos porcentuales con respecto a la elección anterior cuando fue elegido por primera vez. Esta merma es de lo más normal, fácilmente atribuible al desgaste de rigor que sufrió durante su gestión en el municipio. Los cordobeses fueron muy críticos pero le otorgaron una segunda oportunidad al mandatario para que complete sus promesas de campaña, que al parecer fueron las que más previsibilidad y seriedad demostraron. Además, en las últimas elecciones a lo largo y ancho del país, se mantiene la tendencia de consolidación de los oficialismos a pesar de algunos enroques puntuales.
Jugador de todos los partidos, incluso los perdidos, el gobernador De la Sota apoyó subterráneamente a Mestre. Es que estaba empecinado en hacer fracasar a su ex esposa Olga Riutort y a su ex fiscal anticorrupción y archirrival Luis Juez. El tándem resultó tan novedoso como infructuoso: cosecharon apenas un 18.81% que los depositó en un decepcionante cuarto puesto. El electorado no le perdonó a Juez sus ropajes camaleónicos y de casi ser gobernador de Córdoba en 2007, pasará a ser un gris concejal más.
Méndez y Unión por Córdoba
Sin dudas la gran noticia política (o de color) es la excelente elección del periodista y candidato outsider Tomas Méndez quien se llevó un 23.17% mediante una “alianza vecinal” que amalgamó diferentes sectores políticos, no siempre coherentes entre sí (ADN). Logró un nada despreciable segundo puesto a distancia respetable del primero y estacionó un puñado cuantitativamente importante de concejales en el legislativo local. Otra historia será analizar la real cohesión interna de este nuevo grupo emergente. Si alguien lo puede conducir políticamente, bien, y si no, seguirá el camino de las efímeras fuerzas políticas que como todo lo que no es sólido se desvanece en el aire. Destino errante el de los espacios surgidos del voto bronca, denuncialismos varios y prédicas pretendidamente anti-sistema.
Esteban Dómina, candidato del oficialismo provincial (UPC), culminó tercero en la carrera electoral con el 17.31%. Lo más significativo que se puede decir de él es que demandó la renovación en el PJ, pidió por “sangre nueva”. Ni el gobernador electo (Schiaretti) ni el actual fueron a ponerle el hombro a Tito. Con dignidad asumió una derrota impropia como propia y se despidió de las candidaturas y quizá (aunque será concejal) de la línea de fuego de la política capitalina. Con el ingreso de Natalia De La Sota al Consejo Deliberante se espera que los deseos de renovación de Tito Dómina se empiecen a hacer realidad. ¡A conformarse con lo que hay!
El FpV, un  capítulo aparte
Difícil caso el del FpV cordobés; tratemos de ver qué pasa. Con una rica historia de pobres resultados electorales (salvando las oportunidades en las que jugaba Cristina Kirchner en la boleta), el FpV cordobés se compone de una dirigencia atomizada que se ha dedicado más al humilde oficiode cuida-quinta o jardineros fieles, como mejor parezca, que al de políticos con voluntad de poder y cambio. La estructura provincial kirchnerista es heterogénea y colecta sectores desencantados del PJ tradicional, librepensadores, progresistas, jóvenes que se incorporaron con la fuerza propia de la época, radicales populares, socialistas... Este conglomerado muestra a primera vista una gran potencialidad y en verdad pudiera haber sido portador de un discurso y una política disruptivos que permitieran la transformación necesaria en una provincia con gran tradición conservadora. La realidad, que es la única verdad, demuestra que nada de eso ocurrió. Sería injusto atribuirle toda la responsabilidad a los dirigentes del Frente para la Victoria por la falta de avances en Córdoba, pero no se puede dejar de interrogar: ¿cómo se llega a estar así? Las políticas desarrollistas, redistributivas y de reconocimiento de derechos que impulsó el Gobierno Nacional en estos últimos doce años parecen haber pasado desapercibidas para la ciudadanía, o cuanto menos no se traducen en preferencias electorales. Para explicar este particular fenómeno de causas seguramente complementarias entre sí es difícil no tener en cuenta la inoperancia de los delegados provinciales del partido que gobierna la Nación desde 2003. Definitivamente no han dado en la tecla.
Ayer por la mañana aparecieron pintadas en la sede de ANSES Córdoba: “Gabi Estevez culpable de la derrota, andate traidora”. Se trata ni más ni menos que de Gabriela Estévez, primera candidata a diputada nacional del FpV y jefa de La Cámpora Córdoba. En la volteada también cayó el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda. Casa de brujas a la orden del día, las hogueras están ardiendo. Más allá de las responsabilidades concretas y las facturas internas que unos se tiren con otros, lo que desnuda este hecho lamentable son las divisiones y los graves desacuerdos que habitan el FpV. Hay muchos que consideran que el liderazgo político que le han asignado en la provincia a la agrupación insignia del proyecto nacional no ha hecho más que agravar la crítica situación del Frente. Poco diálogo y muchas imposiciones que derivan en vergonzosos resultados electorales forman un cóctel difícil de digerir para quienes bancan las políticas nacionales y que incluso apoyan la continuidad, en la figura de Daniel Scioli. Efectivamente los últimos números no eran auspiciosos, desde las candidaturas de Carolina Scotto y Martín Gill hasta los días presentes todo fue pérdida. Sin embargo La Cámpora, conducida por Estévez, difundía documentos que rozaban el género ficcional declarando que se había hecho “la mejor elección” en las últimas PASO. Muchos entendieron esto como una provocación, leña al fuego. Es claro que si un problema no se reconoce como tal, la tarea de encontrar soluciones se vuelve imposible. Todo esto viene siendo señalado por muchos sectores del kirchnerismo que ya no aceptan la conducción absurda e ineficaz del camporismo mediterráneo. Confunden quizá, una máxima peronista que enseñaba que conducir no es mandar, es persuadir.
La “Isla cordobesa”
Es notorio cómo en otros territorios del país la misma agrupación que conduce Máximo Kirchner avanza casilleros, coloca concejales, legisladores, disputa intendencias peliagudas con éxito, muestra funcionarios de alto vuelo y eficacia, sin embargo Córdoba parece el mundo del revés, o “La Isla” como le decían algunos que mejor no recordar. Acá son sólo pálidas, restas y divisiones. De elecciones ganadas, ni hablemos.
Ayer, un dirigente envalentonado por el triunfo de Cambiemos deslizaba graciosamente en los corrillos políticos la frase: “El FpV no tiene piso”. Es dura la verdad, lo que no tiene es remedio, a morderse y bancársela.
El último capítulo de esta historia se terminó de escribir el domingo en la Docta. El electorado que históricamente acompañó las propuestas del FpV, (digamos un 15% que se mantenía fiel) migró masivamente hacia otros candidatos. Los votos del kirchnerismo volaron hacia Dómina, Méndez, Juez y la Izquierda dejando al increíble candidato Daniel Giacomino con un inefable 2.38%. Pregunta a la tribuna: ¿a quién se le ocurre presentar como candidato a un tipo que después de ser intendente tenía un 60% de imagen negativa? En fin, el FpV quedó sin representación legislativa y sin explicaciones. Efectivamente el piso se hizo agua.
Para colmo, Aníbal Fernández, a primera hora de ayer, dijo, como quien no quiere la cosa: “Esto pasa cuando se define no hacer el esfuerzo de acordar y formar frente con otros sectores”. El tirón de orejas es evidente y da un poco de apuro; feo el reto en público.
Hacia el futuro próximo inmediato, este espacio político tiene el desafío de darle una ayuda, aunque sea mínima, al candidato Daniel Scioli para asegurar la continuidad del proyecto político a nivel nacional y así también asegurar el camino del desarrollo empezado en 2003 por Néstor Kirchner. Es deseo de quien firma estas líneas que finalmente se comprenda la importancia de la tarea que se tiene por delante y se abandone, de una buena vez por todas, el sectarismo y la soberbia de quienes parece que a veces juegan a hacer política.

Gastón Maldonado
Licenciado en Ciencia Política
Agrupación La Jauretche

2 comentarios:

Carlos Soraire dijo...

Buen analsis

Guillermo Ricca dijo...

Bien Negro, clarito

Publicar un comentario