domingo, 20 de julio de 2014

Clarín y La Nación, con todo contra Maradona: "Cómplice de la Dictadura, arrogante, prepotente, fanfarrón... y K, claro"

El viernes, en una columna de “opinión” firmada por Miguel Wiñazky, padre de Nicolás -el ladero de Lanata-, en la que critica el premio al programa De Zurda, otorgado por la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de Córdoba, el Grupo llegó al extremo de vincular a Maradona con el sangriento proceso cívico-militar.
"Maradona y Víctor Hugo se asociaron a gobiernos diversos, incluyendo la dictadura, aunque en ese punto con diferentes responsabilidades. Cuando Diego Maradona debutó en Boca, debutó Víctor Hugo Morales como relator en el fútbol argentino. Era 1981, fue otra gran fiesta del fútbol de los militares genocidas. El 78 primero, el juvenil del 79 después y aquel Boca maradoniano más tarde", enumeró Wiñazky para sostener su tesis, justo en el diario del Grupo que hizo negocios con la Dictadura.
Luego, el periodista opositor al gobierno nacional la emprendió contra la decana de la facultad platense, Florencia Saintout, por decidir dicho premio, y criticó a Maradona y a Víctor Hugo Morales (al que acusa de “neonazismo ampuloso y retórico revestido demencialmente de “progresismo” por sus críticas a los jugadores alemanes) por haber cobrado por su tarea periodística en la cobertura del Mundial de Brasil para la cadena Telesur.
“Por hacer circular la información, con ese tono monocorde y atravesado de baches, Maradona firmó un contrato millonario por dos años. Ni él ni Víctor Hugo militaron para “romper con viejas categorías”. En todo caso, la categoría, “millones por propagandizar” continúa enarbolada”, se enojó Wiñazky".
Hoy domingo, Fernández Díaz, otro ladero de Lanata, hace un contraste entre el maradonismo kirchnerista (¡je!) y el mascheranismo republicano-cacerolo (ya habíamos advertido la intentona del #RelatoAntiK de enfrentar a la Selección -a través de la figura del aguerrido 5- con CFK): "Maradonismo: dícese de una de las formas posibles del ser nacional. Contrariamente al vocablo "maradoniano", que alude únicamente al culto religioso de un gran futbolista, el maradonismo es un rasgo cultural que hilvana la transgresión, la arrogancia, la automitificación, la prepotencia, la agresión verbal y el ánimo permanente de convertir casi todo en una gresca pública. También los gustos millonarios y al mismo tiempo el disfraz político de izquierdas, más como marketing de rebeldía banal que como compromiso serio y consecuente. Tal vez la frase más famosa de la gestión Maradona, como entrenador de la selección argentina, haya sido aquella que destinó a un crítico: "La tenés adentro". Ese regocijo luctuoso acerca de la sodomización simbólica fue celebrado por el kirchnerismo y amparado por el denominado "folklore del fútbol", que permite habitualmente el racismo, la humillación sexual y otras bajezas. Contra la fanfarronería desfachatada se eleva el emblema de Mascherano, virtuoso en autocríticas, humildad y solidaridades de equipo. Mientras Maradona se tatúa frívolamente al "Che" y lo muestra orgulloso, Mascherano declara su vergüenza cuando lo dibujan como Guevara en las redes sociales. Mientras el Jefecito concibe a la selección como un combate perpetuo contra todos sus egos, Maradona es el ego caminante, parlante y mesiánico. El Diez es Dios y se lo cree; el Cinco es sólo una herramienta de la historia, y a ella se entrega con modestia y esfuerzo. 
El maradonismo es un estilo anterior a Maradona, que nos ha hecho ganar el mote de irritantes soberbios en todo el mundo y que los cristinistas han encarnado de un modo natural y gozoso. Al recibir al seleccionado en Ezeiza, la Presidenta no pudo con su genio y maradoneó: "Les taparon la boca a muchos". 
Maradona y Cristina no son más que emergentes de algo genuino y latente, que puede ser aplacado o reactivado ante ciertos humores sociales y que, por lo tanto, sobrevivirá al ocaso del kirchnerismo. Para quien el culpable, y no la patria, siempre es el otro".

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