Hugo Krasnobroda (El Tribuno, Salta): "Si Cristina realmente cree que perdió las primarias por falta de tiempo
para instalar a sus candidatos y no porque haya un creciente
desencanto social hacia su figura, el kirchnerismo estará al borde de un
diseño de campaña que podría profundizar aún más su derrota electoral
en octubre próximo. Un escenario así, ya con la re-reelección
descartada por completo y con una fuga prominente de dirigentes hacia
otras fuerzas, sería un sacudón de impredecibles consecuencias para el
capital político del oficialismo de cara a sus últimos dos años de
gestión".
Julio Turcumán (Diario de Cuyo, San Juan): "José Luis Gioja no ha bajado su nivel de aceptación popular y sigue en
lo más alto -por lejos- del resto de los dirigentes políticos
sanjuaninos: 70% promedio hasta antes de la elección. ¿Por qué sus
candidatos sólo obtuvieron el 37% entonces? Dicen que pesaron tres
factores para que pasara lo que finalmente ocurrió: armaron sólo una
lista, lo que los dejó fuera de la agenda de campaña. Los medios -y la
gente- terminaron hablando solamente de la interna que armó el senador
Roberto Basualdo y se olvidó de los candidatos del oficialismo. Como
segundo factor, se analiza que los votantes se sintieron libres de votar
cualquier cosa, ya que la interna no definía nada. Y, como tercer
preocupante detalle, hay algunos intendentes que miraron para el otro
lado a la hora de hacer campaña".
Juan Carlos Argüello (Misiones online, Misiones): "La lectura innegable es que hubo un distanciamiento del electorado a las propuestas del oficialismo, pero al mismo tiempo, después de una década, es la única fuerza con despliegue nacional y capacidad para regenerarse.
Quienes disfrutan anticipadamente de un fin de ciclo, parecen no tener en cuenta que el kirchnerismo se fortaleció en la adversidad y que la reelección llegó después de una pérdida de votos mayor que la actual.
Para plantear un fin de ciclo, bueno sería conocer cuál le sucedería. Ningún sector de la oposición concentra una adhesión mayoritaria ni muestra un plan de Gobierno superador. La campaña estuvo signada por el “no” a la reelección más que por propuestas refrescantes".
Eduardo van der Kooy (Clarín, Buenos Aires): "Cristina imaginó en el 2011, cuando ganó la reelección, un futuro que desde el domingo pasado ya no existe.
El escenario político ha comenzado a dar un vuelco. De las correcciones de su mala gestión y de su infortunado estilo, que parecen haber colmado la paciencia social, depende la normalidad de la transición hasta el cierre de su mandato".
José Luis Toso (Los Andes, Mendoza): "Mañana habría una reunión clave con el Gobernador y todos los
intendentes oficialistas para, “sin negar la pertenencia al
kirchnerismo, dar un matiz territorial a la campaña. La idea es escuchar
el mensaje" de las urnas y prometer trabajar desde el Congreso en los
temas que a la gente le preocupan: impuesto a las Ganancias, políticas
fiscales, la inflación”, apuntan los portavoces. Todos asuntos vedados
desde la Nación que ahora el justicialismo provincial quiere blanquear y
admitir para buscar la credibilidad perdida. “Eso es poner en valor el
mensaje recibido”, destacan desde el PJ".
Alberto Dearriba (El Liberal, Santiago del Estero): "El antikirchnerismo bate el parche con la inflación, pero no dice que
para controlarla con métodos ortodoxos es preciso aplicar un plan de
estabilización que tiene costos sociales elevadísimos. Sostiene que el
gobierno se ha desentendido, o más aún, que niega la inflación, pero lo
cierto es que se niega a darle a la sociedad la amarga pócima del
ajuste.
Toda medida económica puede tener un beneficio, pero
seguramente también un costo. En la Argentina, parece demostrado que no
existe industrialización sin inflación. No es que el gobierno no escuche
el reclamo de los sectores de ingresos fijos que son los más
perjudicados por las remarcaciones, sino que optó por pagar ese precio a
cambio del crecimiento".
Editorial (El Litoral, Corrientes): "El caudal de voto opositor -casi ocho de cada diez electores no
eligió a dirigentes oficialistas el 11 de agosto- refleja que no solo la
feroz inseguridad preocupa a una ciudadanía cada vez más crítica de
ciertos comportamientos alejados de la normalidad republicana, y que
está preocupada por ciertos bolsones de corrupción que se ventilan.
La
economía argentina se viene deshilachando desde hace tiempo, porque el
oficialismo construyó un “espejismo” con los indicadores y, aún peor, se
lo creyó".
Jorge Fontevecchia (Perfil, Buenos Aires): "Que la Presidenta enloqueció se ha convertido en un lugar común. Sea o
no cierto, la sola creencia se transforma en un hecho político. La
verdad pública no pasa por la certeza individual de un solo sujeto.
Depende de los hábitos interpretativos de la sociedad, que cambian en
función de sus propias necesidades".
Editorial (Análisis, Entre Ríos): "
El gobernador Sergio Urribarri llegó al domingo con
la ilusión de poder mostrar un resultado que lo fortalezca en su
carrera hacia la Casa Rosada. Esperaba mantener el caudal de votos de
2011, y mostrar que mientras el kirchnerismo hace agua en todo el país,
en Entre Ríos está floreciente como en sus mejores años. Hizo todo para
mantener el caudal de votos, pero desoyó el pedido desesperado del
ciudadano de a pie: un cambio, un paso al costado de la Casa Rosada.
Entonces, el urribarrismo, por acción de arrastre, cayó 16 por ciento
respecto de su mejor elección, en 2011. Hace dos años logró el 56 por
ciento de los votos, y ahora apenas el 40. Hubo caras largas y muchos
datos falsos. Pero las malas noticias del oficialismo no significaron
buenas noticias para la oposición. Alfredo De Ángeli sacó menos de lo
que esperaba, y el radical Atilio Benedetti quedó tercero, pese a la
estructura centenaria de la Unión Cívica Radical (UCR). El domingo,
todos perdieron".
Saúl Gherscovici (El Patagónico, Chubut): "Algunos análisis -correctos- decían que la mayoría del oficialismo
estaba interesada en que Yauhar ganara, pero por poco para que no se
subiera como figura al escenario de 2015. El sector más allegado al
gobernador realizó sus operaciones en ese sentido, primero para no
quedar afuera del armado de la lista y luego del juego. Así, algunos
colaboradores, mientras se desarrollaba la campaña para la diputación,
comenzaron a hablar y trabajar para la reelección.
En síntesis:
algunos no querían ser; todos se olvidaron de que Cristina no estaba en
la boleta para traccionar votos; otros no tomaron en cuenta al
adversario que se tenía enfrente y al que terminaron de agrandar con las
mojadas de oreja; unos no quisieron jugar y también estuvieron
aquellos que perdieron de vista el árbol y se quedaron mirando el
horizonte de la próxima gobernación, que ahora queda más lejos todavía".
Joaquín Morales Solá (La Nación, Buenos Aires): "La sociedad se está quedando sin harina. Las economías regionales
agonizan porque perdieron competitividad; esas penurias explican la
derrota del cristinismo más allá de Buenos Aires y la Capital. Faltan en
las farmacias muchos medicamentos con insumos importados. Las
impresoras carecen de tinta, porque los cartuchos vienen de Brasil.
Nadie entiende una conspiración de semejante tamaño cuando escasean las
cosas para vivir".
Jorge Fontevecchia (Perfil, Buenos Aires): "Que la Presidenta enloqueció se ha convertido en un lugar común. Sea o
no cierto, la sola creencia se transforma en un hecho político. La
verdad pública no pasa por la certeza individual de un solo sujeto.
Depende de los hábitos interpretativos de la sociedad, que cambian en
función de sus propias necesidades".
Héctor Mauriño Vasco (Río Negro, Río Negro): "El ministro de Energía Guillermo Coco dejó en claro que para el gobierno el espinoso asunto de Chevron fue
uno de los motivos de la derrota. "Creo que el acuerdo no llegó en buen
momento y que el candidato de la lista B lo aprovechó muy bien. Es más
fácil denostar el acuerdo que explicar de qué se trata", sintetizó.
También acertó al pintar el clima creado en torno al tema cuando
precisó que "quedamos en medio de un fuego cruzado entre algunos medios
nacionales y el gobierno nacional"".
Editorial (El Ancasti, Catamarca): "Los resultados expusieron un deterioro gubernamental directamente
proporcional al crecimiento de sus adversarios, que son los mismos que
tenía en 2011. Fueron las PASO de resurrección, como se ha dicho. El
escenario político catamarqueño quedó partido en tres: kirchnerismo,
radicalismo y peronismo.
Aunque Luis Barrionuevo quedó tercero, fue el ganador de las PASO. No
contaba con el capital inicial del oficialismo, que era y es el manejo
de los resortes del Estado, ni con el que sustentaba las proyecciones
del FCS, que eran y son las lealtades atadas en los 20 años de Gobierno
previos a su derrota. De ahí la envergadura de su hazaña: se edificó sin
las herramientas de construcción política tradicionalmente utilizadas
en Catamarca, con comprobada eficacia".
Julián Cañas (La Voz del Interior, Córdoba): "La brusca caída de la cosecha de votos del kirchnerismo a nivel
nacional se llevó todos los titulares en los medios. Pero si se hace un
análisis cuidadoso de los resultados de las primarias del domingo
pasado, se podrá concluir que hubo un fuerte llamado de atención en las
urnas para los gobernantes de todos los niveles, incluidos los
cordobeses. La mayoría de los gobernadores sufrió una sangría de
votos respecto del apoyo que recibieron dos años atrás, cuando fueron
elegidos".
Mauricio Maronna (La Capital , Santa Fe): "El problema del Frente para la Victoria en Santa Fe
excede el nombre de Obeid como antes estaba por sobre el de Agustín
Rossi, a quien —incluso desde el propio PJ— se quiso responsabilizar
unívocamente de las debacles electorales. Alguien podría decir que se
trata más de un problema de perro que de collar".
Hernán Brienza (Tiempo Argentino, Buenos Aires): "El kirchnerismo, no sólo la presidenta de la Nación, sino también sus
principales dirigentes, sus intelectuales, sus cuadros, sus
interpretadores deberían, creo, renovar de una manera u otra su propia
relación y comunicación con la sociedad. Es posible que hoy una mayoría
de los argentinos sienta una vaga sensación de fatiga con algunos de los
significantes que utiliza el kirchnerismo para interpelar a los
ciudadanos. Las generaciones tienen mala memoria y hoy prácticamente
nadie tiene recuerdo de los hechos de 2001. Y, lejos, de dejar asustarse
por el fantasma del pasado prefieren soñar con promesas del futuro".
Federico Diego van Mameren (La Gaceta de Tucumán, Tucumán): "Alperovich llegó al Gobierno hace una década como el dueño de los votos;
y esta vez, si no hubiera sido por los sufragios de Luis Romano -su
rival interno- no habría ganado en la capital. No hace mucho, decidía
sobre todo y sobre todos. Ahora es un muñeco del kirchnerismo, y ni
siquiera es el buen alumno que fue. El santiagueño Gerardo Zamora tiene
mejores calificaciones, según la misma Presidenta lo hizo saber. Esa
identificación con el kirchnerismo nacional fue una mochila en tiempos
donde la inflación disfrazada o el impuesto a las Ganancias que envuelve
a una gran masa de asalariados tuvo el peso específico del plomo. A eso
se le sumaron varios kilos de Caso Lebbos y del camélido transporte que
utilizaron los Alperovich y sus acólitos en las vacaciones. Hubiera
sido aún peor si la oposición los hubieran explotado, pero se ve que
Cano y los demás fueron complacientes con el camello".