miércoles, 6 de marzo de 2013

Gracias por el populismo, Chávez

Qué difícil es, desde la madrugada insomne, hablar de un coloso desde un lugar tan chiquito sin aspirar nada más que a un agradecimiento por lo dado. Como aquel que le agradeció a NK por haber hecho tanto por él sin haberlo conocido. Cuánto se dificulta vencer la incomodidad de ser tan intrascendente ante tamaña gesta, no sólo la de quedar en la Historia sino la de marcar a tantos millones. Qué placer es poder sentir esta reacción del cuerpo y el alma de refugiarse en el mejor recuerdo antes que escuchar a los que por estas horas lo desmerecen y relatan desde su eterno repudio mal habido. Inocular. Verbo que inundó las horas previas al doloroso anuncio de la partida de Chávez. Inocular. No cáncer, pero sí el peor sentimiento en tantos, que sin embargo liberan espacio para el reconocimiento, a regañadientes; como si el formateo de los inoculadores haya dejado sectores aleatorios por donde se les cuela la irrefrenable sensación de que un Grande acaba de finalizar su ofrenda para contemplarnos y reclamarnos desde otro estadio, uno donde el dolor dicen que cede. Fuiste el solitario iniciador de una onda expansiva que todavía nos llega y empuja a no cesar, a pesar de estar rodeados de zombies enceguecidos por su sed de ver morir eso que los hace inseguros. Fuiste el que tomó esa conciencia que se estaba liberando de la muerte y la represión del Consenso. Viniste a dividir aguas, populísticamente. Sin remedio. Gracias, Chávez, por hacernos sentir diminutos ante la gigante impostergable misión de seguir sosteniendo en las manos tus ideas y tus afrentas. Gracias, Chávez, por desnudarlos en lo que realmente son, y por vestirnos de un ropaje emancipador que nos recuerda la duda eterna de estar haciendo lo mejor de lo que nos merecemos. Acá y allá. En todas partes. Como quedaste. Gracias, Chávez, por el "AL-CArajo" de Mar del Plata, tan jóvenes en eso de animarnos a romper verdades inoculantes de tanta injusticia y postergación. Gracias, Chávez, por las resignificaciones de los acostumbrados a hablar solos, ahora interpelados por tu prédica y acción. Gracias, Chávez, por desafiar. Tu demonización es testimonio de la mentira que viniste a develar temprano. ¡Cómo no tener enemigos, si dijiste tu verdad!

1 comentarios:

José Pepe Parrot dijo...

Decía Unamuno: "Yo he buscado siempre agitar, y, a lo sumo, sugerir, más que instruir. Si yo vendo pan, no es pan, sino levadura o fermento."
Esta frase le cabe a Chávez punto por punto.

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