jueves, 27 de diciembre de 2012

La Nación, de Fiestas: "La Yegua no dijo nada de los saqueos ni deseó Feliz Navidad al país"

"Por lo menos cuatro personas, entre ellas un adolescente de 17 años, fallecieron en los últimos días en Rosario, como consecuencia de los graves episodios de violencia registrados. Tanto los hechos producidos en esa ciudad como en muchas otras localidades del país trajeron a la sociedad argentina los peores recuerdos de las escenas de enfrentamientos sociales y saqueos de comercios ocurridos en diciembre de 2001.
Lo más desafortunado pasó por el sugestivo silencio de Cristina Fernández de Kirchner. Cuando en vísperas de la Navidad, la ciudadanía podía esperar un mensaje presidencial que intentara llevar tranquilidad y certezas, la jefa del Estado optó por refugiarse en la Patagonia y no formuló comentario alguno frente a los trágicos hechos. Lamentablemente, desde hace años, se ha perdido la buena costumbre de muchos presidentes de enviar a la población un breve mensaje con motivo de la Navidad. Es cierto que la actual primera mandataria no tiene por qué hacerlo. Pero en momentos de tanta tensión como los vividos en los últimos días, se imponía la palabra de quien fue reelegida con el 54 por ciento de los votos algo más de un año atrás. Se imponía un mensaje tendiente a pacificar los espíritus alterados, un llamado a poner fin a estériles disputas y a presuntos odios de clase; en fin, a la reconciliación entre los argentinos.
Tal vez sea pedirle demasiado a una presidenta que, en los últimos tiempos, no hizo más que alentar los enfrentamientos y la intolerancia entre buena parte de los argentinos cada vez que habló públicamente. Pero si algo no dejaba lugar a la duda era que la primera mandataria no podía permanecer callada frente a una situación caótica como la vivida en vastas zonas del país, que sucumbieron ante el vandalismo y fuerzas de seguridad desbordadas. Como si los muertos en Rosario y los numerosos heridos en enfrentamientos no fuesen argentinos.
El silencio presidencial resultó más llamativo aún si se tiene presente la gran debilidad de Cristina Kirchner por hablar, casi en forma compulsiva, por la cadena nacional en todo acto público en el que participe, incluso para referirse a cuestiones sin gran trascendencia institucional o a siempre inminentes inauguraciones de obras públicas que son anunciadas una y otra vez.
Es de desear que, durante su descanso en El Calafate y Río Gallegos, la Presidenta haya tenido la oportunidad de meditar profundamente sobre las verdaderas razones de los hechos de violencia social acontecidos, antes que imaginar posibles conspiradores entre sus adversarios políticos.
Sería positivo que advirtiera que la violencia social es muchas veces hija del resentimiento y que reflexionara acerca de cuánto, voluntaria o involuntariamente, hizo durante su gestión presidencial para exacerbar esos sentimientos encontrados, en lugar de bregar por la integración y la unión nacional.
Claro que la autocrítica también deberá alcanzar a toda una sociedad, que deberá aprender a deponer rencores, a restaurar valores perdidos y a avanzar en el diálogo y la tolerancia, que permitan afianzar la paz interior y la unión de todos los argentinos".
Fuente
Ah, y Roa también hoy, en Clarín, como ayer sus compañeros Edu van der Kooy, De León y Moreno: "Cristina Kirchner prefirió el silencio para Navidad. Recluida en Santa Cruz, no le habló al país como indica la tradición democrática y fraternal de estas fechas. Habría sido una manera de elevarse por sobre la coyuntura. De liberarse de la fuerza de gravedad que la empuja hacia abajo, hacia el mundo de confrontación y discordia que la tiene atrapada.
La Presidente calló como si las palabras hostiles y la descalificación fueran no sólo su hábitat sino también su calabozo. No se colocó por encima de la beligerancia. No subió a la altura de las circunstancias" y bla, bla, bla... para terminar en la máxima caceroluda de "La Presidente no usó la cadena nacional a la que es adicta para enviar un mensaje de amor".

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