viernes, 7 de diciembre de 2012

#7D: Recuperamos la República

No sólo la Justicia volvió a ser independiente, sino que ahora tendremos una diKtadura republicana, por el accionar honesto, objetivo e independiente de jueces que no se dejaron amedrentar por el poder gubernamental y que defendieron los intereses particulares de un Grupo oligopólico de medios.
Es más: podríamos estar pensando, para zanjar este diferendo, en que todos los medios audiovisuales cumplan con la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, excepto Clarín. Así podremos seguir viviendo en paz y sin avasallar los derechos de nadie. Una excepcionalidad para que todo siga igual. Una igualdad distintiva para que el status quo que tanto amamos como ciudadanos responsables y democráticos se fortalezca para usufructo de un sector importante de la sociedad argentina (Clarín, sus diputados y senadores, sus votantes y caceroleros). Como si dejáramos en paz al Grupo para que siga funcionando de forma oligopólica y concentrada, total, no le hace mal a nadie, y su mandato dura 24 horas, y cada uno puede elegir lo que quiere con el control remoto. Es más: le dejamos que sigan teniendo el control. Todo para que volvamos a vivir en el país que queremos. Y de alguna forma cumplir con esa máxima cacerolera de devolvernos el país, de darnos ese lugar prometido que necesita de distinciones para enaltecernos. Ése que supone una justicia igual para todos pero con algunas licencias para los mejores. Como privilegios no privilegiantes, sino más bien, a ver, privilegios legitimados por la Historia. Ya lo dijo en su momento la Lila: "Clarín y La Nación son la Historia Argentina". No se puede tocar ese altar sagrado sin hacer zozobrar las bases del buen entendimiento social. El país siempre ha funcionado de forma diferencial y eso es comprensible, fácilmente entendible por un sujeto que se adecue a mínimas normas de desempeño cívico. No puede ser que cualquier ciudadano que no ha aportado nada al acerbo cultural de la Argentina pueda aspirar a gozar de una cautelar de 3 años. No sería justo. Alteraría las buenas reglas de convivencia democrática. Donde hay algunos que tienen más derechos que otros. En verdad, no. No es que tengan más derechos como una tesis diferenciadora. Sino que sus derechos son más centrales para que la Nación pueda seguir existiendo como tal, como nació. Ya lo dijo la señorita de Roulet: "La Patria la hicieron el Campo, la Iglesia y el Ejército". ¿Por qué no un justo reconocimiento a Clarín? Él también ha construido esta Patria, que hoy se levanta en un #7D con un país institucionalmente más consolidado, de nuevo disfrutando de los placeres republicanos, con una diKtadura a la cual se le ha podido poner límites, como haciéndole un favor. Que se fije. Ya no podrá decirse que es autoritaria y totalizante. Ella también sale ganando. Todos salimos ganando. Como los señores inversionistas que ayer ganaron sus buenos y honestos dineros con la suba de las acciones de Clarín de un 10% antes de que se conociera que la Justicia seguiría protegiendo a esta columna vertebral de la Argentina de tener que adecuarse a una ley votada por amplias mayorías por el voto popular mediante el Congreso. Pero fíjense, que en esa institución se pueden colar miradas que no respeten la Historia con la cual los argentinos debemos bañarnos para purificarnos. En el Poder Judicial eso no pasa. No podía ser de otro lado de donde podía venir este aire que refresca la conciencia social de una sociedad hoy más libre. ¿Vieron que se podía? Con jueces viajantes y esposas fieles; con sorteos inocentes y reuniones privatizantes. Siempre ha funcionado así y así es como mejor nos ha ido. Como cuando éramos un país del Primer Mundo, donde las instituciones le pertenecen a los más preparados, entrenados en las lides ancestrales del deber ser más generoso hacia el resto de los mortales, que ahora podrán disfrutar de este día que será recordado como un regreso a esa normalidad que nos iguala, la felicidad de sentirnos protegidos y cuidados ante el avasallante ímpetu de una facción renovadora y que osa con querer imponernos una ley de la Democracia. No porque haya cumplido con todos los preceptos democráticos quiere decir que es lo mejor para el destino de la Patria, que debe ser conducida por esos que saben muy bien amalgamar los intereses particulares con los generales, como si coincidieran 100%. En verdad es una complementación jerarquizante, hacia abajo, receptáculo del derrame moral de unos pocos que tienen la generosidad política y económica de hacernos partícipes de sus éxitos. La materialidad les pertenece. La alegría tiene que ser nuestra. Hoy estamos en paz. Seguramente los que no aceptan estos preceptos que beben en las aguas de la Historia intentarán hacer cumplir la ley. No los dejaremos. Nada puede alterar esta tranquilidad respetuosa que hoy nos acurruca, como la caricia que nos dice que podemos volver a ser lo que siempre fuimos y solamente debemos ser.

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