sábado, 17 de noviembre de 2012

Sebreli, atosigado por el bonopartismo populista K: "Videla no era fascista"

"Mi primera idea era hacer un diccionario político y luego se fue extendiendo. Una palabra clave es democracia. Cuando se le agrega un adjetivo es para decir todo lo contrario, por ejemplo, “democracia orgánica” se usa para un régimen colectivista, los regímenes estalinistas la llamaban democracia popular para describir una dictadura. El caso del fascismo es paradigmático, se dice cualquier cosa. Primero se confunde con dictadura tradicional y no tiene nada que ver. En la Argentina se dice que Videla u Onganía eran fascistas y no lo eran. Hay puntos en común, porque entre un fascismo, bonapartismo, populismo y dictadura militar los límites son borrosos, pero no son iguales. A una dictadura militar tradicional como la de Onganía o la de Videla le faltan características decisivas de un fascismo: primero no son líderes carismáticos, ni pretendían serlo, eran lo anticarismático total, y segundo, la movilización de masas. Las dictaduras son desmovilizadoras de las masas. Las calles tienen que estar desiertas. En el populismo, el fascismo y el totalitarismo, las masas tienen que estar en la calles. La dictadura tradicional quiere el silencio, en las dictaduras no tradicionales las masas tienen que gritar y aplaudir. Nadie subió en forma tan impecablemente democrática como Hitler. Primero fue primera minoría en el Congreso, después fue nombrado canciller por el presidente de la República de Weimar, y al año de estar como canciller, luego de la muerte del presidente, llamó a un plebiscito y sacó el 85% de los votos. El método democrático también sirve para destruir la democracia.
Otra inconsistencia es confundir un liberal con un conservador, pero en la Argentina es un error muy común. En el mundo anglosajón un liberal es el progresista. En la Argentina del siglo XIX y comienzos del XX, lo contrapuesto al liberal era el conservador, incluso uno de los próceres que hoy reivindican los populistas como Mariano Moreno, era liberal en lo político, porque tradujo el Contrato Social de Rousseau, y era también liberal en lo económico porque escribió La Representación de los hacendados. En cambio, el movilizador de masas fue el rosismo, que fue un protofascismo, en un momento donde no existía nada parecido en Europa ni América. Fue un régimen totalitario en sentido estricto. El totalitarismo es otro concepto. Porque puede adecuarse a regímenes de izquierda o derecha. Es la desaparición de los límites entre sociedad civil y Estado. La vida cotidiana, hasta los aspectos más íntimos, como la sexualidad, es controlada y existe una ideologización de todo. El totalitarismo es un sistema muy difícil, sólo hubo pocos en sentido estricto: el nacionalsocialismo, el estalinismo, el maoísmo y el castrismo. El sujeto histórico para Hitler era el pueblo. Esa era la Nación. Tanto Stalin como Hitler despreciaron a Hegel. Carl Schmitt, jurista nazi, habló en contra de Hegel.
Hoy en América Latina hay claramente dos ejes: una línea abiertamente populista de Chávez, Evo Morales, Correa y Cristina Fernández y otra más afín a una socialdemocracia, con Dilma Rousseff en Brasil o Pepe Mujica en Uruguay. América Latina tiene la tradición de los caudillos que eran una forma de populismo bárbaro. El bonapartismo tiene algo de fascismo pero más burocrático y light, y el fascismo es un bonapartismo radicalizado. Hoy hay una cosa nueva de semidemocracia y semidictadura, eso es Chávez, por ejemplo. Es el espíritu del tiempo. Cuando surgen los populismos de la década del cincuenta había fascismos. Perón es un semifascista, porque no cierra el Congreso, pero se parece al fascismo de los primeros años: persigue al periodismo, expropia el diario La Prensa que era el Clarín de la época. Ahora el espíritu del tiempo es más democrático, entonces no pueden hacer las cosas que sí hacía Perón, el mundo ha progresado en materia de libertades.
Acá son todos populistas. Hermes Binner, referente del Frente Amplio Progresista, no es un socialdemócrata. Hay un populismo radicalizado y uno más moderado. El radicalismo es populista, no hay vuelta de hoja. Yrigoyen fue un líder populista, Alfonsín habló del tercer movimiento histórico y Perón reivindicaba la línea con Rosas e Yrigoyen. Hay una crisis fuerte de la socialdemocracia. Los grandes líderes que yo admiro como el alemán Willy Brandt o el español Felipe González ya no existen. Acá existió hasta el 45 con el Partido Socialista de Juan B. Justo. Pero la aparición del populismo borró por completo la socialdemocracia". 
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"El populismo rechaza la democracia como una idea extranjerizante y cosmopolita ajena a la idiosincrasia nacional, y también al liberalismo pluralista porque disgregaría la unidad de la nación y del pueblo. El partido, como su nombre lo indica, es una parte, admite la existencia de otras partes. La relación entre el líder y las masas es pretendidamente directa y prescinde de las intermediaciones institucionales. El bonapartismo, el fascismo y el populismo se autodefinen como movimiento, expresión del pueblo y la nación en su totalidad, por lo tanto el que no pertenece a él, queda excluido. Se niega la pluralidad, la disidencia, la oposición".
Los kirchneristas tergiversan la palabra democracia, le ponen adjetivos. Y un adjetivo le cambia el significado. El stalinismo también hablaba de la democracia popular. Pero eso nada tenía que ver con la democracia. Yo defiendo enfáticamente el sufragio, pero digo a la vez que no es suficiente. Mirá, nadie subió al poder con métodos más democráticos e institucionales que Adolf Hitler. Para que exista una verdadera democracia, debe haber un gobierno de mayorías y de minorías. Te doy un ejemplo pequeño: en Canal 7 la oposición legal no podría tener ni siquiera un programa".
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"Resulta paradójico que las sociedades relativamente más igualitarias, con menos inequidades e injusticia, sean regímenes de democracia liberal que no conocieron el populismo y en los que se alternaron la democracia liberal y la socialdemocracia, estigmatizadas por el populismo como la derecha. Sin ir más lejos, nuestros vecinos, Chile y el Uruguay, gozan de instituciones estables y a la vez, dentro de sus limitadas posibilidades, de una disminución de la desigualdad. En cambio, en el país líder del neopopulismo latinoamericano o del llamado socialismo del siglo XXI, la Venezuela de Chávez, a pesar de su riqueza petrolera y minera, no se ha erradicado la pobreza y, por el contrario, aumentó la desigualdad social.
Hay otros ejemplos paradigmáticos de que el populismo no es la mejor manera de combatir la pobreza. Los dos descensos más dramáticos del salario real de los trabajadores se produjeron bajo gobiernos peronistas: el Rodrigazo, con Isabel Perón, y la devaluación y pesificación asimétrica con Duhalde. Pero las estadístícas y los datos concretos rara vez aparecen en los textos abstractos y doctrinarios de los intelectuales de Carta Abierta.
Los Kirchner no llegaron ni siquiera a construir un populismo cabal como lo hicieron Perón y ahora Chávez, porque le faltan algunos de sus elementos constitutivos: ni Néstor ni Cristina son líderes carismáticos ni tienen capacidad de convocatoria para movilizar a las masas -fuera de algunas minorías universitarias-, ni suscitan adhesiones apasionadas. Y un populismo frío es una contradicción en los términos".
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"El peronismo ha sido una forma de bonapartismo. El fascismo fue al fin un modo extremista de populismo de derechas. En el bonapartismo hay un equilibrio inestable entre intereses -y sentimientos- diversos e, incluso, opuestos. La definición de Marx del líder bonapartista se ajusta a los Kirchner: "No es nada y por eso puede representarlos a todos".
Algunos métodos bonapartistas o populistas prevalecen en el kirchnerismo: liderazgo autoritario y personalista, subordinación del Congreso y del Poder Judicial al Ejecutivo, intento de sustituir el sistema de partidos por el movimiento. En cambio, no se observan otros principios típicos del bonapartismo. Carece del apoyo de instituciones tradicionales, como el Ejército, la Iglesia y la Policía, sino todo lo contrario. Se lo puede definir como un semibonapartismo, caracterización más adecuada a las ambigüedades y vacilaciones de los Kirchner. Es improbable que ese semibonapartismo devenga en semifascismo o semicastrismo a la manera de Chávez. Faltan pasos ineludibles: la libertad de expresión, aunque retaceada, sigue existiendo, e igualmente la pluralidad de partidos, aunque ésta subsiste en buena parte por la debilidad y fragmentación de los opositores. Asimismo no aparecen los aspectos que dan color especial al populismo: la relación directa, prescindiendo de todo intermediario institucional, del líder con las masas y la movilización permanente de éstas.
El uso de sectores piqueteros y sindicales, o de la gente presionada por los intendentes provinciales, ha sido un germen de movilización de masas. Pero el fracaso de la convocatoria oficial en la Plaza del Congreso, enfrentada a la multitudinaria asistencia al acto realizado por los dirigentes rurales en Palermo, mostró los límites de esa tentativa donde tal vez los únicos asistentes que no fueron pagados fueron los intelectuales próximos al poder actual".
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2 comentarios:

Agustinteresa dijo...

Ya he leído enormes críticas a los textos Sebreli dadas las inexactitudes y hechos históricos que nunca ocurrieron. Ignoro si lo hace a propósito o tal vez se deba a grandes lagunas en su memoria y tal vez pueda haber cierta confusión.

No soy historiador, sin embargo sí es posible saber que Hitler no llegó al poder "en forma tan impecablemente democrática". En realidad, ni siquiera llegó por el voto, ni popular ni de ningún otro tipo. Sí se hizo con el poder mediante mecanismos que la democracia alemana permitía -lo que no implica "impecabilidad"-, pero de ninguna manera mediante el voto.

Nunca ganó las presidenciales. Las ganó Hindenburg con el 55%. Aunque este último -posiblemente para evitar un golpe de estado-, termina nombrando a Hitler como Canciller, lo que le da al mismo un poder considerable. Desde aquí hitler pudo hacer y deshacer el parlamento a su gusto.

Por un lado mediante la disolución de los partidos disidentes -proscripción directamente- (que representaban más o menos el 65% del parlamento alemán), siendo el nazismo una mayoría simple. Así, en elecciones parlamentarias, van a obtener cerca del 95% de los votos (1933), lo que es lógico ya que era la única lista autorizada a participar.

Respecto al plebiscito: es eso, un plebiscito, no una votación convencional; en un contexto muy complejo.Prácticamente Hitler mismo se auto-nombro fuhrer.

Lo central aquí es desarticular ese mito de "hitler ganó por elecciones o fue el más votado", lo que no es verdad; cantinela que se utiliza para deslegitimar gobiernos verdaderamente democráticos como el argentino de hoy. Saludos.

Sergio Villone dijo...

Gracias por la información, Agustín!

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