domingo, 11 de noviembre de 2012

De Córdoba a Perú y la mentira kirchnerista

La Voz: "Las múltiples consignas agitadas anteanoche están engarzadas como un collar por una demanda común, que apunta al eje del estilo y de la forma de ejercer el poder que tiene el Gobierno. Se pide honestidad intelectual.
No en vano la palabra “mentira” apareció en tantos, tantos carteles. ¿No es demasiado imaginar que 700 mil personas se puedan movilizar por semejante candidez?
No. El rechazo a la mentira no es un lujo de moralistas. Se la rechaza porque la mentira provoca daños concretos. Y a las mentiras no las detectan sólo intelectuales astutos. La falsía salta a la vista en experiencias cotidianas.
Todos nos damos cuenta".
La Gaceta: "Desde lo conceptual, desde su condición de ciudadanos que piensan diferente y que no quieren ser calificados de "facciones", quienes hicieron oír democráticamente sus quejas de modo tan fuerte en todo el país (y en el exterior) buscaron exponer en paz y públicamente sus frustraciones y su negativa a muchas de las políticas oficiales.
En general, pusieron un fuerte énfasis en la preservación de las libertades individuales, incluidas cuestiones económicas e institucionales, junto a pedidos de mayor sinceridad y transparencia a los gobernantes, a los que les critican el doble discurso y la negación de la realidad".
El Comercio: "Son muchas las razones que han movido a la creciente explosión de indignación en Argentina. Muchas de ellas se pueden sintetizar en que, como decía Lincoln, “se puede engañar a algunos todo el tiempo, y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Así, el gobierno de Kirchner –siguiendo, por cierto, una tradición iniciada por su ya fallecido marido– ha engañado sistemáticamente a los argentinos sobre varios aspectos claves de lo que viene ocurriendo en el país. Hasta que el elefante del desastre kirchnerista ha sido demasiado grande como para que el gran manto que la presidenta le echaba encima siguiese siendo suficiente para cubrirlo.
La realidad ha terminado por imponerse sobre las mentiras y la presidenta ya no puede evitar, verbigracia, que los argentinos descubran todos los días, cada vez que salen a comprar algo, que el instituto oficial les miente y que su país tiene una inflación real que bordea el 25% anual, según es publicado por economistas independientes en el extranjero. Algo que explica que los protestantes en las calles argentinas provengan crecientemente de todos los signos ideológicos –esta es una protesta, sobre todo, contra la política del embauque– y que se estén multiplicando rápidamente: en setiembre salieron 250.000 personas; ahora han sido 500.000. Y es que la mentira, a diferencia seguramente de la guapa señora Kirchner, tiene piernas cortas".

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