martes, 9 de octubre de 2012

De la tierra a los alimentos: en menos manos, y escasos

"En la última década, en todo el mundo, han sido vendidas unas 203 millones de hectáreas, un tamaño cuatro veces mayor al territorio español y suficiente para cultivar alimentos para 1.000 millones de personas, precisamente el número de hambrientos que en la actualidad cobija el plantea, según ha denunciado Oxfam. Más de la mitad de esas operaciones con tierras agrícolas, unas 106 millones de hectáreas, ha sido protagonizada por inversores extranjeros en países en vías de desarrollo con graves problemas de inseguridad alimentaria, según la organización no gubernamental. “Dos tercios de estos inversores prevén exportar lo que producen, en muchos casos cultivos destinados a la producción de biocombustibles”, añade Oxfam.
En los últimos años, algunos países han intentado introducir controles a las transacciones de tierras a gran escala, en algunos casos, con el objetivo de evitar la extranjerización del recurso. Son los casos de Brasil, Argentina, Mozambique, Laos, Tanzania, Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Camboya. En Argentina, por ejemplo, el Gobierno difundió el pasado jueves datos parciales del relevamiento que está haciendo sobre la nacionalidad de los propietarios de las fincas: el 2,7% de las 278 millones de hectáreas censadas, es decir, unas 7,5 millones, pertenece a extranjeros. En este país una ley de 2011 ha prohibido que las empresas o ciudadanos foráneos cuenten con más del 20% del territorio de un municipio, una provincia o del país entero, pero no fija límites a la concentración de la propiedad de los argentinos.
Oxfam calcula que las adquisiciones de tierra se triplicaron durante la crisis de los precios de los alimentos de 2008 y 2009, momento en que la tierra empezó a considerarse una inversión cada vez más rentable. Los alimentos han vuelto a encarecerse en la actualidad hasta alcanzar cotizaciones máximas. En Liberia, en cinco años, el 30% de la superficie del país ha sido objeto de transacciones de tierra. En Honduras, el conflicto por la tierra en la región del Bajo Aguán se ha saldado con 60 víctimas mortales hasta el momento. En esa región, en 2009 la Corporación Financiera Internacional, el brazo del Banco Mundial para financiar al sector privado, concedió un préstamo de 23 millones de euros a la empresa de aceite de palma Dinant. Ante acusaciones de las organizaciones locales sobre violaciones de los derechos humanos y desalojos forzosos provocados por la inversión de Dinant, el Defensor del Pueblo del Banco Mundial encargó en agosto de 2012 una auditoría para analizar en profundidad el apoyo de la CFI.
No es el único caso en el que el Banco Mundial está acusado de financiar proyectos que presuntamente violarían el derecho a la tierra. Ha recibido otras tres quejas formales en Latinoamérica, 12 en la región Asia-Pacífico y cinco en África".
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"“De 2007 a 2009, la crisis de los precios de los alimentos seguida de la crisis financiera  y la recesión económica mundial acarreó un incremento sin precedentes del número de personas que padecen hambre y subnutrición en el mundo, el cual superó la cifra récord de mil millones”, señala el informe de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés), ‘Alimentación y agricultura mundiales, a examen’.
A partir de 2006 los precios de los alimentos han experimentado alzas históricas debido a diferentes factores, como la utilización de cultivos para el desarrollo de biocombustibles, el incremento de la demanda en China y la India, la caída de la producción, fenómenos naturales devastadores, como sequías e inundaciones y medidas proteccionistas a la exportación por parte de países productores, que, temerosos de quedarse sin alimento, decidían restringir su comercio, lo que provocó un alza histórica en los precios de las materias primas en 2007 y 2008, pero también a comienzos de 2011 y 2012.
Dos de los factores que pueden alterar el precio de los alimentos son el petróleo y los biocombustibles. El costo de fertilizantes y transporte, para los que se utiliza petróleo, y los mayores beneficios que se obtienen del cultivo de maíz, soya o caña para producir biocumbustibles como etanol o aceite, encarecen los alimentos, según un estudio del Banco Mundial (BM).
La investigación Applied Economics Letters, “More on the Energy-Nanoenergy Price Link, sugiere que  “los vínculos entre el petróleo crudo y los mercados agrícolas se han fortalecido considerablemente desde 2005”. Mientras que el análisis ‘Food Outlook’ elaborado por la FAO afirma que “la moderación en el uso del maíz para la producción de etanol en Estados Unidos” en el 2012, contribuirá a impedir un aumento en el precio de este cereal.
La FAO alerta de que los efectos de un alza en los precios de los alimentos pueden arrojar a millones de personas a la pobreza, sobre todo en países donde el ingreso que se destina a comprar comida puede llegar al 75% del total.  Por ello, varios estudios internacionales advierten del peligro de utilizar los cultivos de alimentos para producir combustible". 
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"En los últimos años, han ocurrido avances tecnológicos de instituciones de investigación y desarrollo para la utilización de enzimas, microorganismos y algas, que permiten una elevada producción de biocombustibles de segunda generación que no compiten con los alimentos.
Un aspecto positivo destacable es la utilización integral de los residuos generados por las agroindustrias, como la cañera, y por las actividades ganaderas, para generación de biogas y electricidad. De esta manera es posible complementar la producción de energía en la unidad productiva y evitar la contaminación con residuos líquidos y/o sólidos de biomasa, generando un valor agregado al negocio".
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