miércoles, 5 de septiembre de 2012

Clarín y La Nación siguen re enojados por no poder haber visto Graduados y Tinelli el lunes, y ya estamos en Corea del Norte, claro

Roa: "El mismo lunes, la Presidenta creyó que era mucho más importante lo que ella quería decir que el derecho de millones a entretenerse o informarse.
Y metió otra cadena nacional, la número diecisiete en lo que va del año. Un récord. Y ningún anuncio, igual que otras veces.
¿Tiene derecho la Presidenta a expresarse? Claro que lo tiene. ¿Es necesario que ella violente el derecho de los demás para ejercer el propio? De ninguna manera: bastaba con que el canal del Gobierno transmitiera el discurso y que los ciudadanos pudieran seguir eligiendo lo que querían ver. La respuesta a mano que tuvieron -los que disponían de él- fue fugarse al cable. Otros protestaron en la calle".
La Nación: "Resulta lamentable que el Gobierno disponga de esos espacios a su antojo para hacer propaganda política. Es nada más ni nada menos que una forma despótica de ejercer el poder, una actitud extorsiva y discriminatoria, un abuso que, como bien lo ha expresado el constitucionalista Daniel Sabsay, "nos retrotrae a las prácticas de los presidentes de facto".
El avasallamiento al que nos somete el actual gobierno no tiene precedente. Es de esperar que los dirigentes políticos de todo signo tomen conciencia de la necesidad de cambiar este estado de cosas y que los magistrados, de una vez por todas, obliguen al Gobierno a respetar las leyes y las sentencias judiciales".
Morales Solá: "Hubo un tiempo en que un grupo de personas solía marcarle a Cristina Kirchner los límites de la vida. Ninguna de ellas está ahora. La Presidenta es una mujer solitaria, de carácter fuerte y autoritario. Siempre fue así. La soledad y sus bríos mandones explican, por sí solos, que haya cruzado en los últimos días líneas divisorias entre la democracia y el absolutismo. Usó la cadena nacional durante una hora en el momento de mayor consumo de televisión, y autorizó nuevos y mayores controles para las importaciones y para los gastos en el exterior.
La cadena es un exceso (y una ilegalidad) a cualquier hora, sobre todo cuando se la usa para no decir nada. Pero es algo más que eso cuando se recurre a ella en la hora pico del encendido televisivo, cuando las familias se sientan frente al televisor para entretenerse o para informarse al final del día.
El exceso se convierte entonces en una intromisión del Estado en la vida privada de los ciudadanos.
Los spots televisivos para adular a los propios protagonistas del poder o las gigantografías de los poderosos parecen por momentos historias sacadas de las extravagancias del régimen de Corea del Norte".

Mientras tanto, le apuntan al voto joven (Edu van der Kooy lo presenta como un camino más para la re-re de CFK. No encontró mejor argumento que este que le acercó El Guasón Buchón -Fito dixit-) hasta con notas sorpresivas que aseguran que los chicos están dopados (¿cómo van a votar?). Moreno llega al extremo reaccionario y espeta contra los pibes: "Electores ingenuos en política, fáciles de engatusar con propaganda a granel e ignorante en general, gracias a la secundaria que supimos conseguir".

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