domingo, 30 de septiembre de 2012

Algunas buenas cosas

"Where were you when I was in so much trouble with myself
And do you still believe in me like I believe"

Link: "El carácter reaccionario del kirchnerismo se reconoce en el rechazo alérgico a las categorías clásicas de la interpretación cultural marxista, dentro de las cuales la noción de “imaginario” ocupa un lugar incómodo pero, al mismo tiempo, central (la categoría no debe ser escondida debajo de la alfombra sino revisada constantemente). Para el kirchnerismo no hay pensamiento (ni propio ni ajeno), no hay dimensión imaginaria (ni propia ni ajena). Nadie se equivoca. Todos somos, sencillamente, piezas móviles (idiotas útiles o estúpidos imberbes) en un juego incomprensible del que participan sólo ciertos poderosos. Si alguien pregunta al poder regente algo que éste no quiere contestar, es porque fue mandado por los conspiradores del campo enemigo y no porque haya una dimensión, la ideología, que haya interpelado y moldeado esas conciencias (la tarea de la universidad no es sino desmontar esos mecanismos ideológicos). El que pronuncia una pregunta idiota (todos de acuerdo) está leyendo un papelito que le pasó Lanata o un mensaje de texto que le mandó Magnetto".
Tonelli: "El kirchnerismo convirtió la política en una disputa comunicativa por la “legitimidad del mensajero” y no por la “veracidad del mensaje”, que descentró del debate público a los políticos opositores, haciéndolos aparecer como personeros de los “intereses privados de las corporaciones mediáticas”.
Sin embargo, esa estrategia comunicativa dependía de una utopía sociológica: una perfecta comunión entre la gente y el Gobierno. Un simulacro de armonía total que funcionó mientras las movilizaciones fueron sólo oficialistas y del otro lado no había más que silencio. Sin embargo, la emergencia en este último mes de demandas “colectivas” y “espontáneas” ha puesto en jaque la eficacia de la “presidencia inmediata”". 
Blaustein: "Las preguntas de diez estudiantes privilegiados de Harvard pudieron mucho más que 38 secundarios tomados en la ciudad y tres mil pibes marchando. A esta altura de las cosas, eso no asombra. Sobre todo, a esta altura de las cosas el que escribe está podrido, pero recontra repodrido, de que se echen las culpas de todo lo feo que sucede en el universo a “la Corpo” y los medios".
Forster: "La reiteración cacerolera, la convocatoria –esta vez muchísimo más amplia que la anterior– de los vecinos de algunas esquinas emblemáticas de la opulencia porteña sumada al repiqueteo obsesivo de los medios de comunicación hegemónicos, expresó fundamentalmente, salvando quizás algunos imprecisos reclamos toscamente formulados, la persistencia del qualunquismo sobrante de sectores de la clase media que siguen comprendiendo el mundo desde las alturas de su ombliguismo. Pero también puso de manifiesto una debilidad no menor por parte del Gobierno a la hora de buscar interpelar a esos sectores. Sin sobredimensionar la protesta pero tampoco sin subestimarla, se vuelve imperioso tomar nota de ella para, como se hizo en anteriores circunstancias mucho más difíciles, implementar aquellas políticas que sigan desplegando el rumbo transformador sosteniéndose en la decisiva diferencia que existe entre el proyecto del kirchnerismo y las fuerzas regresivas que se entrelazan con el ruido de las cacerolas".
Grimson: "Tenemos una relación muy particular con la nación, y en general los argentinos creen que todo lo malo que sucede en el país es culpa del presidente de turno. Es no entender que suceden cosas por default, por arrastre, por historia, que ningún país se cambió de un día para otro, que un presidente no puede intervenir sobre la mayoría de las cosas que suceden, sólo lo hace sobre políticas más generales de economía, en algunos casos de transporte o vivienda. Tiene que ver con una aparente politización muy despolitizada. Nos la pasamos hablando de política, pero nos cuesta entender cómo funciona lo institucional y político.
Creo que hay una baja calidad del debate público. Porque si bien toda persona que quiera gobernar debe ser muy receptiva a las críticas, no es lo mismo alguien que critica porque quiere que el país funcione mejor a que lo haga buscando una sociedad menos democrática, menos igualitaria, o para que se aplique en la Argentina un ajuste a la española. Me parece fantástico discutir todas las cosas, habrá opiniones encontradas y no me asusta porque creo que oposiciones y gobiernos crecen gracias a las diferencias. Pero si hoy se critican los subsidios, mañana que los saquen, al día siguiente la evasión tributaria y al otro los intentos por disminuirla, entonces el que critica es “anti” y los argumentos no importan, porque son excusas para criticar".
Natanson: "En el análisis comparativo quizá lo más notable sea que, en contraste con lo que sucede en casi todos los países, la juventud argentina no se plantea en términos anti-poder sino que se incorpora a un dispositivo de poder ya en funcionamiento. ¿Cómo se explica esta diferencia? Mi tesis es que en Medio Oriente, España o Inglaterra, por citar sólo algunos ejemplos, el poder político y el poder económico se encuentran identificados o incluso fusionados, mientras que en Argentina el kirchnerismo ha establecido una tensión entre ambos, que es justamente la que conmueve a los jóvenes. En cierta forma, el kirchnerismo puede ser visto como un movimiento anti-poder. ¿Discutible? Seguro, pero la idea quizá podría precisarse señalando que a la hora de conectar con las nuevas generaciones no importa tanto si el kirchnerismo es efectivamente un movimiento de estas características: lo central es que los jóvenes así lo creen, y alcanza con revisar sus posiciones en los actos públicos, los medios de comunicación y las redes sociales para comprobarlo".

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