lunes, 25 de junio de 2012

Navarro y Lo Vuolo, sobre la desaceleración, no recesión

Navarro: "Aun los analistas que coinciden en líneas generales con el Gobierno piensan que, aunque no se hubiese producido la crisis europea, la economía nacional habría comenzado un lento desaceleramiento. Los tres puntales del modelo, tipo de cambio alto, superávit fiscal y comercial, no tienen el vigor de hace cuatro años.
Según un informe del Banco Central, el tipo de cambio real, deflactado por salarios con relación a los países con los que se mantienen vínculos comerciales, es un 60 por ciento más competitivo que en 2001. En 2007, era un 120 por ciento más competitivo que a fines de la convertibilidad. La causa de este cambio es la inflación, que va deteriorando el tipo de cambio real.
El superávit fiscal primario entre 2003 y 2011 fue, en promedio, del 3 por ciento del PBI; en la actualidad, existe un déficit del 2 por ciento. La principal razón del déficit es el enorme gasto en subsidios a la energía y el transporte. El superávit comercial se mantiene porque el Gobierno decidió restringir las importaciones, hecho que dificulta la producción y desalienta las inversiones. Sin esta acción, el saldo comercial hubiese caído, fruto del aumento de las importaciones de gas y petróleo.
Ninguno de estos tres cambios, por separado, es relevante. Los tres juntos desaceleran el ritmo económico".

Lo Vuolo: "Cualquier libro introductorio a la economía keynesiana enseña que la confianza en la moneda es clave para crear expectativas favorables entre los agentes inversores y que depende en gran medida de políticas que estabilicen el ciclo económico. Lo que se vino haciendo hasta aquí es todo lo contrario: funcionamiento cada vez más inestable del sistema social de pagos y horizontes de decisiones cada vez más cortos.
La prueba evidente es la modificación de rol del tipo de cambio en el régimen económico. Cuando el régimen macroeconómico de la posconvertibilidad era consistente, el valor elevado del tipo de cambio permitía crecer y mejorar la distribución de ingresos, gracias a que ese valor empujaba la demanda, hacía crecer reservas, protegía a la producción local y estimulaba las exportaciones.
Hoy, por el contrario, se busca denodadamente que no suba el tipo de cambio porque las políticas realizadas hasta aquí lo volvieron un elemento de especulación financiera de corto plazo con impacto inflacionario.
Esto explica en gran medida el actual freno económico y la incertidumbre con respecto a la marcha de la economía pese a que todavía existen márgenes de maniobra de las políticas monetaria y fiscal".

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