jueves, 9 de febrero de 2012

Plegaria para el Flaco

La antenita no ha agarrado nada en el balcón estas horas y no quería dejar pasar el tiempo sin agradecerte, Flaco, cuando tus cenizas serán  parte del agua. Volverás a donde vinimos, y quedarás en tus plegarias para siempre. Pero más importante, para mí, será que representás el símbolo de la recuperación de lo nacional como legítimamente tan bueno o malo como lo extranjero. Te siento como integrante de una generación que fue negada por la enseñanza, tiempo durante el que nos remacharon que lo de acá siempre era malo, y que lo de afuera era siempre bueno y superior. Hasta de mejor calidad. Como ese aviso de la Dictadura que rompía sillas para sentarnos a la mesa del mundo civilizado, sin avisarnos que luego nos las sacarían para caernos de cul*. Tiempo en el que prefería el rock internacional antes que el feo nacional; el cine anglosajón antes que el mínimo y cursi argentino. Y así con cada cosa que supusiera una justa reivindicación de lo propio, de lo nuestro. Y tu música cruza esa cronología personal, recién descubierta en mis largos 20, cuando las palabras y las elecciones de gente cercana en esa adolescencia marcada a fuego por aquélla enseñanza subieron de donde habían sido guardadas por el inconsciente que sabe sospechar. Gracias Flaco por las oraciones y la delicadeza de aguantar hasta que llegáramos. Lerdos y cag*nes, pero dispuestos a defender lo que tus canciones vinieron a ofrecer mucho tiempo antes. Serás gota, después de las reliquias. Serás extensión.

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