lunes, 9 de enero de 2012

Crónica, inapelable con Clarín y Perfil

"Hay infinidad de interpretaciones sobre el rol de los medios en una sociedad, y quizá sean todas válidas. Pero en el andar por esos caminos, lo que se percibe en la práctica periodística cotidiana es que hay empresas de comunicación que son capaces de mostrar lo peor de sí, de disfrazar el odio de noticia y de convertir el deseo del mal en una estrategia metódica e inescrupulosa.
Ese límite cruzó ayer el opositor diario Clarín, que lamentó en tapa que los estudios finales de la tiroides extirpada a Cristina Fernández de Kirchner modificaran el primer diagnostico y revelaran que la Presidenta no tenía cáncer, sino nódulos benignos.
Apenas poco menos sutil y elíptico que Clarín fue el siempre opositor Perfil con su título “Operación tiroides”, como deslizando que la cuestión resultó un plan oficial vaya a saber para qué. Quizá el mismo diario de Jorge Fontevecchia debería haber revisado sus últimas tapas, en las que habla de los altos niveles de adhesión que conserva la Presidenta, incluso luego de haber tomado decisiones antipáticas para la sociedad como la eliminación de los subsidios a las tarifas de energía.
Quizá se ha naturalizado la idea de que los medios de comunicación responden siempre a intereses que van mucho más allá que la mera interpretación de la realidad, pero hay límites que algunos medios no están dispuestos a respetar. Son esos mismos que acusan constantemente al gobierno de fomentar la “crispación” y responden con el odio y el deseo del mal".
Víctor Hugo: "Cuando un error es al revés sólo debe procurarnos alegría. Los títulos no deberían expresar ese llanto, que se advierte en algunos diarios, porque la Presidenta no está tan mal como les habían prometido los diagnósticos de la semana pasada".
Mientras, Roa, en Clarín, sigue preocupado porque CFK ya no tiene tiroides y niega rotundamente que haya sido afortunada por no tener cáncer. Es más. No debería sentirse así. Debería sentirse amargada como él.
Sin embargo, Pagni, en La Nación, dice que sí tuvo suerte, aunque arriesga que toda la operación despierta "sospecha ciudadana" y lo que la semana pasada se presentaba como una muy buena actitud del gobierno de comunicar transparentemente la información sobre la salud de la Presidenta -a pesar de tratarse de un cáncer-, ahora es "una comunicación unidireccional", cosa que vuelve al oscurantismo K: "Esa opacidad, capaz de convertir un mero error estadístico en un caso de mala praxis, es la que inspira los recelos, las conjeturas y hasta las teorías delirantes, como la que sostiene que todo fue un montaje oficial". 
El penúltimo párrafo es irreproducible.
Como dice Crónica: juegan.

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