lunes, 7 de noviembre de 2011

Silvio sobre Periodismo

-En el libro que acompaña a su último CD usted se refiere de manera crítica a los “paisajes ideológicos” que trazan “los que gobiernan la información mediática”. ¿Esa crítica se aplica también a la prensa oficial?
-La Revolución Cubana ha sido posible porque el pueblo la ha defendido, incluso con su sangre. La responsabilidad de defender lo alcanzado también comprende el terreno ideológico, aunque a veces ese terreno parezca de arenas movedizas. Sea como sea, es necesario responder a la avalancha de medios que mienten o tergiversan sobre nuestra realidad. Así se fue moldeando una prensa falsamente revolucionaria, triunfalista y subordinada. Hubo momentos en que parecía que queríamos proyectar que vivíamos en un paraíso. Internamente nos creó más contradicciones, porque sin crítica y autocrítica uno acaba por perder de vista lo que hay que mejorar. Fidel, cuando anunció la campaña de alfabetización, dijo: “Nosotros no le decimos al pueblo: cree; nosotros le decimos al pueblo: lee”. Eso se olvidó. Algunos dirigentes cubanos actuales están pidiendo “un cambio de mentalidad”. A mí me parece que ese cambio de mentalidad también es muy necesario respecto a algunas directrices que todavía rigen nuestra prensa.
-¿Fue difícil para usted mantenerse ajeno a esas directrices?
-Por haber vivido en Cuba durante toda mi vida he estado expuesto a lo bueno y a lo malo que ha pasado en mi país, como cualquiera. Y siempre me he sentido en libertad de decir lo que pienso y lo he puesto en práctica, aunque algunas personas no hayan estado de acuerdo con lo que digo. Lo cierto es que la mayoría hemos tenido nuestros más y nuestros menos con los medios estatales, dependiendo del momento y la canción. Conste que ese forcejeo con el poder siempre me ha parecido natural y además positivo.
-¿Debió limitarse al escribir temas como “Canción en harapos”, que proponen una mirada irónica?
-Canción en harapos quiso ser una mirada a ciertas formas de hipocresía que se dan en todas partes, no sólo en Cuba. Segunda cita habla más específicamente de lo nuestro. Trata de ser una metáfora de algunas de las cuentas que podrían pasarnos nuestros supuestos ángeles de la guarda. Cantar no me parece asunto de ponerse límites, sino de convicciones. Si hay que limitar, que lo hagan otros y que cada cual cargue con lo que le corresponde.
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