domingo, 14 de agosto de 2011

Clarín, ciclotímico, entre los últimos arrebatos y la resignación

El fiel ladero de Magnetto le pone condiciones al previsible triunfo de CFK para amortiguar sus efectos sobre la empresa para la cual trabaja y sobre sus candidatos rehenes: "Cristina Kirchner es favorita en los sondeos. Tal como se ha planteado esta etapa, la actual Presidenta deberá obtener más de 40% de los sufragios para que su elección pueda considerarse una victoria nítida. Dependerá, por supuesto, de la cantidad de votantes. Y de lo que obtenga en el Gran Buenos Aires. Pero, sin duda, cualquier cifra por debajo de ese guarismo encenderá las luces de alarma . Obsérvese el despropósito del triunfalismo exagerado".
Van der Kooy, desesperado por que la crisis global golpee fuerte al país, como no lo hizo en 2009, cuando ocurrió una de mayores proporciones. Pero él no pierde las esperanzas: "Los discursos de campaña poseen siempre un valor relativo. Son retórica y decorado. Pero la Presidenta y el kirchnerismo no estarían sabiendo distinguir las fronteras entre campaña y necesidades de gobierno. Sobresale la frivolidad con que Cristina y Boudou, ministro de Economía y candidato, refieren a la crisis internacional.
Ambos hablan como si la Argentina fuera una isla. En algún sentido lo es: su conexión con el mundo pasa sólo por China y Brasil. Quizás la extensión de la crisis tampoco sea ajena a ninguna de esas potencias. José Mujica, en Uruguay, aconsejó ser prudente con el gasto".
La Viau extraña a su Felipillo: "El ex gobernador bonaerense y actual diputado Felipe Solá es quizá quien, con una mayor dosis de realismo, entiende la dramática disyuntiva en la que suelen debatirse, en algún momento de la vida, los políticos que han alcanzado lugares prominentes: mantenerse en el candelero o convertirse en lo que llama “Colgados Sociedad Anónima” y que otro Felipe, el español González, designaba como “la liga de los jarrones chinos”, un bonito adorno, una reliquia completamente inútil. Solá sabe que jugó un rol de primer orden en la cámara baja hasta que Néstor Kirchner entrevió que había que quitarle luz a ese escenario de fuerte impronta opositora y produjo el gran apagón.
Hoy por hoy, su meta es aglutinar un puñado de peronistas representativos para “construir un ámbito de reunión con los no peronistas. Después de todo, a partir del 55 el peronismos siempre fue la búsqueda de un Frente Nacional y Popular que representara, con la conducción del justicialismo, el 45 o 55 por ciento de los votos ”, dice a sus amigos.
Solá sabe que si bien es cierto que el peronismo tiende a crecer hacia afuera, no lo es menos que no puede sobreponerse a su naturaleza y se desangra por dentro.
“Es peronismo, es expulsivo”, suele admitir.
Y el kirchnerismo lleva esa fuerza centrífuga a su expresión absoluta. Los hombres que lo han servido pagan caros sus fracasos electorales y sus intentos de autonomía".
Moreno, siempre crispado, ahora se acuerda de la gigantogafía de Evita y espeta: "Nadie discute que Eva Perón fue una figura muy importante en la historia argentina. Tampoco, que fue y sigue siendo idolatrada por sus partidarios, seguramente mayoría.
Pero también es cierto que fue una figura áspera y polémica, que se ganó, con su personalidad arrolladora y agresiva, la antipatía profunda de una parte nada despreciable de la sociedad.
La misma Cristina Fernández de Kirchner, quien tuvo la idea -una súbita inspiración acaecida en La Habana, contó- de mandar a hacer esas gigantografías y colocarlas en el sitio más visible de la avenida más importante de la Capital, hizo notar en el discurso que inauguró las obras que Evita fue “la más odiada, pero la más amada; insultada y descalificada, pero la más venerada”.
Sin embargo, sin solución de continuidad, pidió “que sea símbolo de unidad, que sea el símbolo de superar viejas antinomias”, lo que desnuda una contradicción de carácter absoluto : imposible que logre unir aquello que divide.
Semejante abuso de autoridad provocaría escándalo sino fuera porque, a fuerza de reiteración, ya es marca de identidad de un poder habituado a imponer de prepo sus opiniones.
Este nuevo y novedoso atropello es uno más para sumar en la larga cuenta de la fatiga moral".
Black, ya resignado, se refugia en Borges: "El pensamiento político de Borges ha dado, y dará, para todo tipo de polémica y controversia. Podría decirse que, en ese terreno específico, Borges era como él mismo decía que eran los peronistas: ni bueno ni malo, incorregible.
En todo caso, para entender a la Argentina en su entera complejidad, como bien apuntó Beatriz Sarlo en el diario La Nación, en una entrevista reciente a propósito de su libro sobre Néstor Kirchner, “el peronismo es tan indispensable como Borges”.
Hoy, en fin, es uno de esos extraños días en que la democracia, sin discursos de ocasión, nos incluye de verdad a todos. A votar, entonces. Y a disfrutarlo".

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