martes, 5 de julio de 2011

¿Impostura? ¿Puesta en escena?


La revista Crisis y una descripción que actualiza la pesadumbrez de ver detrás de todo el dinero y sus negocios:
"El modelo económico vigente no necesita esperar a octubre para saber que ya ganó. No depende de candidaturas ni de alianzas. Pase lo que pase, la matriz puesta en marcha en el año 2002 será reelecta.
La pugna que se libra a través de los medios puede indicar otra cosa. Pero aunque
el enfrentamiento retórico parece por momentos de vida o muerte, nadie pone en cuestión los pilares del actual esquema de negocios. Se dirimen más bien los modales del modelo.
La explicación está en los precios internacionales de los commodities, que auguran una prolongada bonanza para los sectores con capacidad de consumo, al mismo tiempo formadores de opinión. Lo demás, es piloto automático.
Las fuerzas empresarias y comunicacionales que intentaron desplazar al Gobierno, tras derrotarlo en las calles, en el Congreso y en las elecciones del 2009, no pudieron alumbrar un candidato presidencial propio y potente. No existe un postulante con mínimas chances de acceder siquiera al balotaje que proponga modificar los pilares del actual patrón de acumulación y de reparto de las riquezas. La “oportunidad perdida” sugiere una explicación posible: esa elite quejumbrosa no tiene un proyecto de país distinto para ofrecer".

Y denuncia más adelante: " El rechazo a las recetas neoliberales de los años noventa es el punto de partida y el principal argumento de autolegitimación (del discurso kirchnerista). Aunque las rupturas sean tan sustanciales como las continuidades. Por ejemplo: el paso de la acumulación fundamentalmente financiera hacia un perfil más industrialista, no impide la concentración en cada vez menos grupos empresarios que dominan sectores claves de la producción; el superávit comercial, el superávit fiscal y la independencia lograda por el Estado nacional respecto de los organismos internacionales de crédito, coexisten con una pronunciada extranjerización de la economía; el gasto público con fines sociales crece y la masa salarial de los trabajadores aumenta significativamente, pero también se expande la precariedad laboral –y existencial– en las periferias".

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