martes, 26 de julio de 2011

Anticipo del libro Pecado Original, de Graciela Mochkofsky, sobre el caso Noble Herrera

(...) El equipo del Banco Nacional de Datos Genéticos era el que, con la supervisión de los peritos de parte de y de la juez Arroyo Salgado, obtuvo los perfiles genéticos de las prendas requisadas a Marcela y Felipe y de la sangre y la saliva aportada por ellos al Cuerpo Médico Forense en diciembre de 2009. (...) Y el mismo equipo que (...) supo que los ADN de Marcela y Felipe no se correspondían con el de ninguna de las familias que buscaban a sus nietos robados y cuya información almacenaba el Banco.
Ellos, que conocían de memoria los perfiles que contenía el archivo, supieron antes que nadie que las muestras que teóricamente pertenecían a Marcela y Felipe no probaban, hasta donde era posible con la información disponible en el Banco, que fueran hijos de desaparecidos.
Como lo resumió uno de ellos: "Aquí no están".
Pero este descubrimiento se mantuvo en secreto, y todos volvieron al juego de las apelaciones.
(...) En una decisión que dejó perplejos a los querellantes, al Gobierno y a la opinión pública, los hermanos ofrecieron, después de diez años, su sangre sin condicionamientos; cuando la jueza lo dispusiera, irían al Banco a dejar las muestras necesarias. Luego, podrían compararse con todos los perfiles existentes allí.
Las especulaciones sobre el motivo de semejante cambio de estrategia llenaron páginas de diarios, horas de radio y TV. Marcela y Felipe -y los medios del Grupo Clarín- dijeron, simplemente  que habían decidido "poner fin al acoso y persecución política y mediática". No revelaron lo que habían logrado confirmar: que sus perfiles perfiles de ADN no estaban en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Ya sabían, como habían sabido los peritos del Banco a fines del 2010, que el entrecruzamiento daría un resultado negativo.
Un importante editor de Clarín consiguió que una fuente del Banco le revelara que los peritos ya sabían, según me contó un ejecutivo del Grupo dos meses antes de que Marcela y Felipe conmocionaran a todos con su decisión. (...)
Solo sabiendo el resultado, Ernestina y Magnetto se atrevieron a hacer lo que deberían haber hecho desde el comienzo. Por no saber y no atreverse, se sometieron a tres décadas de extorsiones y reclamos; por no saber y no atreverse, afrontaron una causa judicial que llevó a Ernestina a prisión y atormentó larga, y públicamente, a sus hijos adoptivos; por no saber y atreverse, desataron un debate nacional que involucró a los movimientos de derechos humanos, la Justicia, el poder político y a los medios, y por el que Clarín, ya involucrado en un enfrentamiento crucial, pagó un alto costo que amenazó seriamente su existencia.
El apellido Noble
Antes de morir en 1969, Roberto Noble instruyó a Ernestina para que todos los asuntos relativos al diario se amparara en Rogelio Frigerio (...) La sociedad entre Ernestina y los desarrollistas parecía estable. Pero pronto comenzó la inquietud. (...)
El verdadero problema, concluían (Frigerio y Bernardo Sofovich, abogado del diario), era que Ernestina no había tenido hijos. De otro modo, la continuación estaría garantizada y, mientras los niños fueran menores de edad, los desarrollistas serían sus tutores y regentes, como alguna vez Noble imaginó que Ernestina sería para Lupita, la hija de aquél.
Por otra parte, los niños, según razonaba Frigerio, entretendrían a Ernestina, la mantendrían ocupada y le harían sentar cabeza.
Ernestina se entusiasmó con la idea. Sofovich se ocupó de los detalles. Consiguió dos niños, una nena y un varón, a los que Ernestina llamó Marcela y Felipe. (...)
Para que la adopción tuviera la función pensada por los desarrollistas -crar una dinastía custodiada por ellos-, os niños debían  llevar el apellido Noble. Pero ¿cómo? Noble llevaba más de siete años muerto: no había manera de que pudieran pasar por sus hijos, adoptivos o no. Sofovich propuso emplear la franqueza brutal. En el expediente, Ernestina pidió: "que a su hijita Marcela Noble Herrera se la inscriba de esta manera, es decir, con ese nombre, en el Registro Civil porque teniendo en cuenta la importancia que tiene ((conjugado en tiempo presente en el original) para el fundador del diario Clarín, Dn. Roberto Noble, la continuidad de la empresa periodística al servicio del país, en caso del deceso de su madre, la niña, o sea la menor causante, ocupará para estos mismos fines la dirección del matutino. Que asimismo acompaña antecedentes de la trayectoria de la dicente, a partir del año 1969, fecha del fallecimiento del Dr. Noble, y que desde entonces, hasta ahora y para siempre, continuará usando el apellido Noble, para lograr esos mismos objetivos".
Al pedir la tenencia definitiva, Ernestina volvió a argumentar: "Con referencia del nombre de los menores cuya adopción plena solicito es mi deseo se mantenga el nombre impuesto a los mismos como así también el apellido de mi cónyuge premuerto (Noble) unido al apellido de la suscripta (Herrera) conforme lo autoriza el artículo ... (en blanco en el original) de la ley 19.134, y la reiterada jurisprudencia existente al respecto. Fundamento esta petición en que en un futuro, los niños serán los únicos herederos y responsables de la empresa Arte Gráfico Editorial Argentino S.A., editora dle matutino Clarín que está vinculada directa y tradicionalmente a nuestro apellido y del cual deseo que mis hijos sean los continuadores".
Todo fue concedido. Parecía que Clarín tendría después de todo, herederos.
Extraña adopción
Un año pasó desde que Ernestina se presentó con la beba que decía haber encontrado en la puerta de su casa hasta que se le otorgó la adopción definitiva de Marcela y Felipe. El expediente dejaba abiertas muchas preguntas. ¿Cuál era el origen de la niña? ¿Por qué ninguno de los dos bebés tenía partida de nacimiento? ¿Por qué la jueza no había intentado confirmar las versiones de Ernestina y de la joven que entregó al varón que sería adoptado como Felipe, como sí hacía en otros casos? ¿Por qué monseñor Plaza fue presentado y luego desestimado como testigo? ¿Tal vez no había querido que no se conociera su participación en la obtención de los bebés? El expediente no ofrecía respuestas. (...)
La abogada ofreció a Sofovich dos vías: escribanía o juzgado. Sofovich eligió el juzgado. Llegaron, así, a la jueza Hejt. Para justificar la jurisdicción del tribunal de San Isidro, Sofovich hizo que Yolanda Echagüe de Aragón, mujer de un empresario de la construcción amigo de Frigerio dijera que era vecina de Ernestina y testigo del hallazgo de la beba.
Según comentaría Sofovich a algunos de sus familiares, no fue la abogada, ni la jueza, sino Frigerio quien se ocupo de conseguir los niños. Su mayor preocupación era que, en el futuro, nadie los reclamara como propios; de otro modo, la herencia volvería a ser materia de disputa. ¿Dónde conseguir un niño que no pudiera ser rastreado? Frigerio según contaba Sofovich, había recurrido al arzobispo de La Plata, monseñor Antonio Plaza.
Plaza figurará en la Historia como el jefe eclesiástico más entusiasta del sistema de desaparición de personas puesto en práctica por la dictadura militar. Su apoyo había sido abierto, su colaboración total: él mismo entregó personas para su desaparición entre ellos su sobrino, José María Plaza, quien fue a morir a la ESMA:
La "desaparición" de Lupita
En 1994, Lupita leyó en el diario Ámbito Financiero que Roberto Noble no había dio su padre; que ella era, en verad, hija de Carlos Stehlin, la anterior pareja de su amdre, Guadalupe Zapata. El ar´ticulo había sido publicado en el medio de un enfrentamiento entre el gobierno de Carlos Menem y Clarínb: era un mensaje para Erenstina de que sus problemas privados serían arrastrados por la arena pública.
Lupita había vuelto de Europa, se había casado, había tenido una hija y había dejado atrás, como se había propuesto, a su madre Guadalupe y a Ernestina. Pero la publicación le resultó una afrenta personal, la última, según lo entendía, de una serie de maniobras de Ernestina para borrarla de la historia de su apdre, para eliminar toda memoria de que nOble había tenido una hija.
(...) El marido de Lupita, Enrique Llopis, fue a hablar con Guadalupe. ¿Tenía alguna duda sobre la paternidad de su hija? Guadalupe juró que ninguna. De todos modos, la tía Sara convenció a los hermanos, primos y sobrinos de que se sacaran sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durán. El resultado fue que el ADN de la familia Noble coincidía con el de Lupita en un 99,99%. Esto eliminó para siempre toda duda sobre quién había sido su padre.
(...) En sesenta y cinco páginas, (Lupita) denunciaba que Ernestina había pasado los últimos veinticinco años haciéndola desaparecer.
1) Quitándole su herencia. Aunque sabía que no podía revisar la causa de  sucesión, acusaba a Ernestina -ayudada por la "impericia de los abogados de mi madre"- de perjudicarla en el reparto de la herencia de su padre. Puso a unos peritos a sacar cuentas y concluyó que había perdido, a valores de 1996, 37.334.093 pesos. (...)
Para Lupita, esta política sistemática de negación de su existencia tenía un objetivo ulterior.: Ernestina la había sustituido como hija de Noble con sus hijos adoptivos. (...)
¿Por qué? "Por la necesidad de la codemandada Herrera de Noble, desde la muerte de mi padre, de recurrir a una serie de maniobras de ocultamiento de su realidad existencial, creando una falsa imagen pública de sí misma. En otras palabras, la codemandada no era Noble y para serlo debió desconfirmar a la única Noble que con su existencia no la dejaba ser. Por eso fue mutilando lenta pero inexorablemente mi identidad social, para poder apropiarse ella de esta identidad, usurpando un lugar social que no le corresponde. Por este mismo motivo, adoptó dos niños a los que les puso el apellido Noble, para producir una mayor confusión en la opinión pública respecto de la verdadera descendencia y conformación de la familia Noble". (...)
Recién cuatro años más tarde cuando ambas se cruzaron en el entierro de la tía Sara, frente a la bóveda Noble, en la recoleta, Ernestina se acercó a Lupita y concedió: "Quiero la paz". El 9 de diciembre de 1998 Lupita desistió de su demanda y firmó una cuerdo privado por el que cobraría más de 7 millones de dólares. El acuerdo obligaba a Clarín a publicar al día siguiente, a página entera, una carta con firma y foto de Lupita y el título: "Roberto Noble, mi padre". Magnetto intentó negarse pero Lupita era inflexible: sin la carta no había acuerdo.

Fuente: Revista Noticias, 23 de julio de 2011. Nro. 1804.

1 comentarios:

donny dijo...

Ernestina la vibora que se quiso queadr con todo, pero vino la musaraña y acabo con ella ,por su infame ambicion la musaraña un pequeño animalito justiciero, ERNESTINA LA VIBORA TREPAdora

Publicar un comentario